Por: José A. Pérez Ríos
IV
Los cuarenta son los años
de la guerra. La segunda guerra mundial que se desarrollaba en otros escenarios
tuvo aquí explicables repercusiones estimuladas por la audaz decisión del
presidente Prado, al declarar el estado de guerra de nuestro país a las
potencias del Eje. La ejecución de la
estrategia alemana, la rápida y trágica caída de Italia, la ocupación de
Francia y la entrada de los japoneses en la contienda, eran comentadas y
discutidas con calor. Los italianos y sus hijos, residentes en Chincha, eran en
su mayoría fascistas o simples admiradores de Mussolini. Arraigados por más de
ochenta años en nuestro suelo y con vida económica independiente y sólida, no
tenían pelos en la lengua para expresar su identificación con el Duce y sus
simpatías con el Eje. Los japoneses en cambio, modestos,
de economía incipiente y por tradición tolerantes, callaban su nacionalismo y
expresaban quedadamente su inquebrantable fidelidad imperial. Al romperse las
relaciones diplomáticas entre Perú e Italia, los italianos y sus descendientes
no tuvieron problemas mayores; no sucedió igual con los japoneses, algunos de
los cuales fueron extrañados del país y sus negocios confiscados o asaltados.
El caso más notorio fue el de Munakata, dueño de un gran almacén en la esquina
de las ca lles Junín y Chavín. MunaKata y su familia fueron extrañados y su
negocio tomado por asalto, desapareciendo de ese modo uno de los mejores
establecimientos que tenía Chincha Alta por aquellos años. Con el almacén de Munakata
desapareció también Jorge Nogami, joven nisei dependiente del negocio, cuya
varonil simpatía atraía a muchas señoritas de la ciudad
Al producirse la corta
persecución de japoneses empezó a correr la historia de que Munakata era almirante
de la armada nipona, Kuwoyama general de ejército y Antonio Nakamura
comandante. La verdad es que Munakata sólo era un tendero de relativo éxito y
el recordado amigo Kuwoyama nunca dejó de demostrarnos su habilidad para hacer
crecer un pequeño trozo de carne hasta cubrir el tamaño de un plato normal.
Pura chismografía.
La guerra continuaba en Eu-ropa,
el oriente y el Africa septentrional. Mientras De Gaulle organizaba la
resistencia y Montgomery se batía con Ro-mmel, acá se agudizaba cada vez más la
lucha política entre el aprismo en clandestinidad, la Unión Revolucionaria
todavía con fuerza popular y el gobierno de Prado, que representaba a la
oligarquía tradicional. Los apristas chínchanos eran perseguidos y
encarcelados, y en los precarios tiempos de recortada libertad abrían
nuevamente la casa del pueblo, congregando gran cantidad
de ciudadanos. Chincha era visitada regularmente por la soplonería
pradista que bajo el nombre de Brigada
Política ejecutaba
seguimientos y detenciones a discreción provocando la repulsa de la población.
Eran representantes chínchanos en el Congreso Nacional los señores Rómulo
Jordán Cánepa y Gonzalo Carrillo Benavides, senador por el departamento de Ica
y diputado por la provincia, respectivamente. Ambos jugaban a la reelección
tras una actuación parlamentaria poco menos que discreta. Se comentaba en la
provincia que la única vez que se escuchó la voz de Carrillo Benavides fue
cuando se produjo un amago de incendio en la cocina de la cámara y luego
apareció él diciendo, en su calidad de directivo: señores, no ha pasado nada. El aprismo provinciano reunía a la mayor parte del
electorado y se hizo más fuerte al integrarse al Fren-te Democrático Nacional,
del cual fue principal sustento. La Unión Revolucionaria que ha-bía tenido
determinante presencia, conservaba aún sus arrestos pero visiblemente erosionada.
Ante el continuismo que representaba la reelección de Jordán y Carrillo y la
ausencia de una fuerza organizada que los derrotara y abriera para Chincha la
posibilidad de renovación, se creó en Lima en 1944 el Frente Universitario
Chinchano (FU CH), primera agrupación que aparece con estas siglas, bajo la
Inspiración y dirección de Luis F. Solari e integrado por Jorge Donayre Belaunde,
Hugo Roy Valerio, Carlos Carrillo Ron-ceros, Américo Natteri Rivera, Arístides
Ríos Higginson, E-duardo Anchante Granda, Mario Latinez G., Carlos Natteri
Rivera, Marcos Chumbiauca Ríos, Oscar Latinez Granda, Carlos Yuiján, Elsa
Carbajal, Miguel Tipián, Luis A. Lévano,
Erasmo Díaz Yuiján y muchos
más. Este Frente Universitario Chinchano de 1944 produjo un manifiesto dirigido
al electorado de la provincia cuyo texto, sorprendentemente, bien podría haber
sido concebido en la actualidad. Uno de sus párrafos dice lo siguiente: La provincia que hoy contemplamos y tenemos no es, ciertamente, la que
nuestros antecesores nos legaron. La de 1944 se parece muy poco a la de antaño:
no ha evolucionado de acuerdo con su brillante porvenir. La ciudad misma, que
antes florecía con presagios de grandeza, ofrece hoy un panorama sombrío y de
abandono. Aún no se ha llevado a cabo el asfaltado de sus calles. El ornato de
sus casas, la eficiencia de su alumbrado eléctrico y de sus servicios pú-blicos, no
están a la altura de la jerarquía
política que ostenta ni de las riquezas naturales que posee. Su industria, que
fuera en otro tiempo orgullo incomparable de la región y del país, se encuentra
hoy en el más completo y mortal de los descréditos. No es mejor tampoco la
situación por la que, desgraciadamente, atraviesa la agricultura en la
provincia. Por otro lado, jamás ha sido tan general e intensa la corrupción
moral de sus autoridades ni tan incalificable la indiferencia de sus
habitantes. No sólo han existido hasta hace poco, hombres que permanecían
resignados ante quienes lucraban voraz y escandalosamente, con las arcas
fiscales sino que también no faltaron los que, sin escrúpulos de ninguna clase,
no vacilaban en defender o adular a quienes, precisamente, los chinchanos
dignos repudiaban y combatían. El cuadro que hoy ofrece Chincha es, pues,
verdaderamente desolador y vergonzoso. No se nos oculta que, quizás, haya
quienes no lo ven así. Pero ante esos no tenemos nosotros que justificarnos.
Siempre han existido, en todas partes, espíritus rastreros, almas miserables,
que encuentran motivos de alegría en el infortunio o en las desdichas del
pueblo en que nacieron!!!
Los dirigentes del FUCH vi-sitaron
Chincha en varias oportunidades y se dirigieron a la ciudadanía desde la
rotonda de la plaza de armas. Luis F. Solari, era un orador vigoroso y fluido y
los otros jóvenes eran
todos alumnos
universitarios distinguidos. Un grupo de con-notados peruanos había constituido
en Lima el Frente Democrático Nacional, que convocando a don Antonio Roy a la
diputación por Chincha y a Emilio Guimoye a la senaduría por Ica, puso punto
final a la vehemencia reeleccionista.
En el atardecer del día de
las elecciones, cuando ya era un hecho público el triunfo del candidato Roy en
Chincha y el señor Guimoye en "el departamento de Ica, grupos de apristas
y frentistas apostados en la esquina de la calle de Los Ángeles y de la plaza
de armas, empezaron a asediar la casa de la familia Jordán, amenazando
incendiarla. Los Jordán Cánepa solían tener gente armada no sólo custodiando la
casa sino otros solares por donde podía producirse sigilosamente el ingreso de
enemigos. Sonaron algunos balazos que fueron respondidos por franco tiradores
desde los techos de la casa Jordán. El grupo de gente exaltada avanzó algunos
metros pero intervino severamente la fuerza pública y el propio candidato Roy,
quien noticiado de los hechos se trasladó inmediatamente hasta la plaza de
armas controlando los encendidos áni-mos. Según comentaban los apristas, el
propósito no era exactamente provocar un incendio sino vigilar las oficinas del
Correo, colindantes con la famosa casa, y evitar que se activara nuevamente un
forado en la pared lateral que, comentaban, había funcionado en las elecciones
de 1939, desvirtuando la voluntad popular.
El aprismo tenía en Chincha
a un auténtico líder en la persona de don Domingo Dianderas, mediano industrial
que lo que no podía exhibir en físico -pues era de mediana estatura y
aparentemente débil-, lo tenía de sobra en personalidad y en valentía, pues
soportó con singular coraje persecuciones, acosos y prisión, dando lo mejor de
sus energías a la causa en la que creyó firmemente. Otros apristas conocidos
por aquellos años eran Julio Arboleda, Urbano Arciniega Abrill, Agustín Cruz,
Francisco Mateo Lévano, Alejandro Monasí Valero, Isaías Apolaya.
El triunfo del FDN
coincidió con el fin de la guerra. Los chínchanos, acuciosos y urgados de
información, seguían en dos direcciones el curso de los acontecimientos. Los
combates en El Alamein y la invasión de Normandía iban en el comentario público
a la par con el Memorándum de la Paz y los esfuerzos de don
Oscar Benavides para obtener una salida que asegurara la continuidad democrática.
El poder legislativo
propuso la creación de las Juntas Transi-torias en reemplazo de las llamadas
Juntas de Notables, para administrar la vida de los municipios. El FDN llevó a
la alcaldía de Chincha Alta al doctor Víctor Villagarcía Blondet y luego al
señor Agustín Jordán Arcos. En ambos casos, los cuerpos de concejales eran
integrados en mayoría por miembros del aprismo. En lo tocante al doctor
Villagarcía primó la influencia del diputado Roy. Al quebrarse tempranamente la
relación entre el señor Roy y el aprismo, Villagarcía presentó renuncia a su
cargo y el Comité Ejecutivo Provincial del PAP llevó a Jordán Arcos, en
propuesta de la que fueron principales conductores los dirigentes Cruz y
Arboleda.
La década del cuarenta está
marcada, entre otras cosas, por el incremento incontrolado del internamiento
ilegal de azúcar en la provincia, para destinarlo a la producción fraudulenta
de vinos y aguardientes. Los subprefectos y las autoridades policiales de esa
época no pusieron la necesaria energía para cortar de raíz esta anormalidad. El
comentario público señalaba que dichos funcionarios reci-bían dinero de parte
de los transportistas y comerciantes ilegales para hacerse de la vista gorda. Sintiéndose
afectado en sus promesas de moralización y en su lucha contra la corrupción, el
aprismo provinciano reaccionó y organizó piquetes de disciplinarios que, cual
ronderos de hoy, recorrían los campos poniendo cerco a las bodegas sospechosas
de almacenar azúcar en su interior. Se produjeron varios intentos de ingresar a
las bodegas a viva fuerza, llegándose a la violencia y al uso de armas de
fuego, cuando no a los garrotazos y a las puñadas. Los piquetes de
disciplinarios montaban guardia también en el antiguo control policial de Jahuay, que
antes había sido Jagüey, y allí se produjeron más
de una vez correteos y balazos con la consi-guiente alarma de la población. La
persecución del contrabando por parte del aprismo era un capítulo más en la
lucha del partido de Haya de la Torre contra la burguesía y el gamonalismo
chinchano, y se prolongó durante varios años, deponiendo las armas en 1956, al
propiciar una lista parlamentaria totalmente conservadora. Pero esa es otra
historia.
Abundaban los panfletos, ma-nifiestos
y hojas impresas anónimas en las que los adversarios se sacaban los trapos al sol. El semanario
Combate, dirigido por Guillermo Calderón y editado en Lima,
llegaba regularmente a nuestra provincia con titulares impactantes en relación
con la conducción aprista del municipio. Combate circulaba en todo el
departamento de Ica y las Informaciones y comentarios referentes a Chin-cha
estaban a cargo de Luis F. Solari. Cuando se produjo el golpe del 27 de octubre
del 48, los dirigentes apristas fueron apresados y algunos de ellos conducidos
a Lima en donde pasaron larga temporada en los calabozos del cuartel sexto o en
la Penitenciaría. En tanto que algunos apristas chínchanos buscaban refugio en
pequeños pueblos alejados, llegaban a Chincha otros militantes de ese partido,
procedentes de Lima, con la esperanza de conseguir aquí un lugar seguro. En
esos grupos llegaron y vivieron durante varias semanas, alojados en casas de apristas
chínchanos, los poetas y activistas de esos tiempos Gustavo Valcárcel y Justo
Enrique Debarbieri.
Como fuerza de choque para
hacer frente al aprismo se había organizado en Lima en 1946 la Alianza Nacional,
de la que era gonfaloniero el escritor y político cajamarquino Eudocio Ra-vines.
En otras provincias se constituían también alianzas y frentes para hacer la
pelea al Apra. Fletado por agricultores y bodegueros que se sentían afectados
por la intransigencia apris ta, se constituyó el Frente Único Chinchano,
segundo FUCH, el mismo que abrió local en la antigua calle del Teatro, al
lado del hotel Sudamérica, y congregó a empresarios,
agricultores y propietarios: los comerciantes estaban divididos. Eran figuras visibles
del FUCH la poetisa Carola Bermúdez, Luis Duffaut Uribe, Atilio Grimaldi Bossio
y Mario Bertorini Jor-dán. El agricultor Francisco Corbetto obsequió un mimeò-grafo
que luego pasó a poder del colegio Pardo. Las diferencias entre el
FUCH y el aprismo chinchano dieron lugar solamente a escaramuzas: nunca llegó
la sangre al rio ni se armó el gran incendio que algunos radicales esperaban
impaciente-mente. Ravines tomó contacto con los dirigentes del FUCH y ofreció
ayuda, pero condijo-nándola a exigencias que los fuchistas no aceptaron. Quien
sí llegó a Chincha para encabezar una manifestación popular fue Javier Ortíz de
Zevallos, otro miembro distinguido de la Alianza Nacional. Ortíz de Ze-vallos
participó en una marcha que empezó en la plazuela Bo-lognesi. En el curso de la
mar-cha sonaron disparos y se hicie- ron presentes los disciplinarios apristas
que quebraron hábil-mente las coordinaciones del FUCH. El propósito era llegar
a la plaza de armas y colocar un candado a la puerta del muni-cipio. Al final
sólo ingresaron a la plaza, junto con la banda de músicos, los fuchistas Mario
Bertorini y Atilio Grimaldi, con sendas banderas en las manos.
El golpe de Odría puso
telón a la interesante experiencia del Frente Democrático Nacional, el régimen
del doctor Bustamante y el debut del aprismo en asuntos de gobierno. A
consecuencia del golpe, la Junta Transitoria de Jordán Arcos se vio precisada a
dimitir, dejando el gobierno municipal al garete. Pocas semanas más tarde el
Ministerio de Gobierno de la naciente dictadura copaba el municipio con gente
afín a los regímenes fuertes, la misma que se mantuvo allí por varios años.