Por: Rosaura de Fátima
Mórtola Muñante, profesora de la Institución Educativa Próceres de la Independencia
El Papa Francisco nos
regaló su primera exhortación apostólica, la que ha denominado Evangelii Gaudium
(La alegría del evangelio), en la que pide reno-var la Iglesia Católica,
haciéndola evangelizadora, peregrina y misionera, tal como Cristo, su fundador,
la concibió. Es decir lo planteado por nuestro santo Padre no es sino la vuelta
de la Iglesia a sus pasos aurorales. En el documento que consta de 142 páginas,
el sucesor de Pedro nos señala la ruta que desea que siga la Iglesia y dice
“Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle,
antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las
propias seguridades”.
Al leer esto los
latinoamericanos recordamos el documento conclusivo de Aparecida publicado en el año 2007, que
tuvo en el cardenal Jorge Bergoglio a uno de sus principales autores, cuando
señala “Necesitamos desarrollar la dimensión misionera de la vida en Cristo. La
Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad,
en el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres
del Continente” (362).
Reclama igualmente el Sumo
Pontífice un cambio de conducta en la vida de la Iglesia, de tal suerte que los templos
permanezcan con las puertas abiertas para que todo el que busca a Dios no se
encuentre con la frialdad de las puertas cerradas. Por eso remarca “No
encerremos a Jesucristo en nuestros esquemas aburridos”.
De otra lado la Iglesia por
la que apuesta el Papa argentino debe dar muestra de compasión y misericordia
por eso aboga -
por los divorciados y las
que mujeres que abortaron, y mirando a
los primeros dice que “la Eucaristía no es un premio para los perfectos sino un
generoso remedio y un alimento para los débiles, para que los que busquen a
Jesús lo encuentren”.
Y en cuanto al aborto, sin
cambiar la posición de la Iglesia, sostiene que los confesionarios no deben convertirse
en una sala de tortura, sino que deben acoger con benevolencia a las mujeres
que sufren por haber cometido este horrendo delito. La Iglesia tiene sentir
compasión por ellas, identificarse con su dolor, hacer suyo su pesar y llevarle
una voz de alivio a sus conciencias.
El documento igualmente
hace un serio cuestionamiento a la economía mundial, y a los medios de comunicación,
pues, “No puede ser que no sea noticia que muera de frío un anciano en la calle
y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa”. Francisco, a quienes algunos
absurdamente califican de marxista, expresión que ha rechazado de manera
rotunda, enfila sus baterías contra el sistema económico global, así como ataca
la idolatría del dinero, y pide a las personas adineradas que compartan su
riqueza.
La conducta de los
políticos no podía estar ajena a la preocupación del Vicario de Cristo, y es
por eso que en el documento pastoral que comentamos hace una profunda
invocación con estas palabras “¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a
quienes les duela de verdad, la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es
imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y
amplíen sus perspectivas”.
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