viernes, 23 de marzo de 2012


TE ODIO Y TE QUIERO
                                              Raúl Sotelo Lévano
Este binomio de sentimientos encontrados no solo se da entre el hombre y la mujer, como veremos más adelante.
Todo comienza con juramentos a la luz de la luna, promesas de bajar las estrellas y ponerlas al pie de la amada, que se las cree todas juntas. El varón ofrece y ofrece como político en campaña para ganar la partida y como si fuera un juego de ajedrez él va moviendo sus fichas hasta conseguir el jaque mate ansiado. Derrotada la fémina no le queda otra opción que patear el tablero y entregarse al vencedor.
Pero, no todo dura para siempre y el idilio rosado y perfumado termina cambiando de color. Lo que fue un amor adopta un tono morado principalmente en los rostros de los protagonistas después de una feroz pelea originada por los celos. Dicen que del amor al odio solo hay un paso. No, hay muchos pasos porque al fulano le faltarían piernas para escapar a ritmo de polka de la furia de los familiares de la masacrada ex reina de sus sueños.
Decía antes que ese odio y te quiero no solo es de exclusividad de los descendientes de Adán y Eva, también se da en el ámbito de la política. Si señor, y aunque sus actores no se abrazan ni se besan, en cambio si se juran fidelidad y una amistad a prueba de balas.
Aquí algunas de sus confesiones: “Hermano, si yo te fallo, que me trague la tierra”, o “jamás te traicionaré así el gallo cante cien veces” o “ni todo el oro del mundo me hará cambiar de partido”, o “muerto antes que hable mal de ti a tus espaldas”, o “tú eres el candidato ideal y te juro que jamás pediré tú revocatoria”.
Como dijo Don Quijote “cosas veredes Sancho”, que significa “en este mundo verás asombrado cosas difíciles de creer y aceptar”.
Por desgracia somos seres humanos. Nuestro Creador no hizo bien su trabajo y en algo falló porque hemos salido con serios desperfectos. Tenemos dos facetas definidas y cada una la utilizamos de acuerdo a las circunstancias, a veces ganamos y en otras no. La política es el terreno ideal donde casi todos terminan quitándose la máscara.
Ejemplos hay muchos. En pleno salón del Senado romano Bruto Marco Junio asesinó de una puñalada a su protector César Cayo Julio, quien antes de morir llegó a decir “¿tú también hijo mío?”. Francisco Pizarro y sus socios cegados por la ambición terminaron matándose. Alejandro Toledo y el que fuera su inseparable amigo Carlos Bruce, actualmente son acérrimos enemigos irreconciliables. Y aquí nomás, nuestro alcalde provincial y el que está un escalafón debajo suyo, que fundieron fuerzas y voluntades para ganar las elecciones pasadas, hoy han desatado el nudo que los unía, y cada uno marcha extraviado por diferentes caminos lanzándose dardos venenosos. Detrás de cada quien, marchan sus adeptos entre regidores y periodistas para ganar sus indulgencias y Aves Marías.
Y si miramos lo que está sucediendo al interior del actual gobierno nacional, los odios y traiciones ya asomaron sus feos rostros, y en cualquier momento más de una cabeza rodará por los suelos producto de las ansias del poder e intrigas personales, aunque para ello se tenga que violar juramentos y romper en pedazos la túnica de la ética y la decencia.
El presidente Ollanta Humala cambia de posiciones a cada momento. Ya no está en la línea izquierdista que señala cambios radicales, sino se ha corrido a la derecha tradicional que siempre impuso eso que dice: “que nada cambie para que todo siga igual”, que equivale a “no mover ni un alfiler en la actual situación política del país”.
El primer mandatario está jugando con fuego cerca a un depósito de pólvora al alinearse con los poderosos empresarios que todo lo ven billetes. Que no se confié porque estos tipos angurrientos en cualquier momento se lo devoran con pantalón y todo.
Otrosí digo: El 13 del presente mes se recordó el nacimiento del desaparecido periodista Jesús Lorenzo Guerra Márquez. Mucho ojo amigo que sigo cumpliendo, a veces, lo que te prometí, aunque tenga que esperar pacientemente que desocupen la banca de la plaza de armas donde reposaban tus posaderas en aquellas noches de animadas tertulias. Ahí nos vemos pronto Jesús Lorenzo.
Jesús Lorenzo Guerra Márquez

Edición jueves 22

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