Por: Alfredo Pachas
“…Cuando por la
mañana hayas hecho todo, por la tarde puedes morir tranquilo”. Esta frase es
atribuida a los antiguos orientales cuando se referían al amor de un padre a su
hijo y su dura lucha para que pueda estudiar y así logre su ventura, desde el
momento que nace hasta su muerte. Aquellos sabios orientales explicaban a su
hijo que la vida es una sola y el tiempo de ella. - desde que se nace hasta la
muerte. - se resume en un solo día, ergo hay que saberla aprovechar actuando de
buena manera y, sobre todo, estudiando. Ellos. - los orientales. - decían que
al aparecer el alba vendría a ser el nacimiento, tempranito equivalía a nuestra
niñez, hacía las 9 a.m. ya deberíamos haber pasado por la primaria, hacía las
10 a.m. por la secundaria e inclusive la educación superior y, algunos. - aún
jóvenes. - podríamos haber formado familia. El resto de la mañana y empezando
la tarde hasta la 6 p.m. correspondería a toda una dura tarea para lograr el
bienestar de nuestra familia, la educación de nuestros hijos y que estos se
hayan logrado. Al final de la tarde que equivale a nuestra vejez nos
sentiríamos satisfechos, retribuidos y recién podríamos morir feliz. No se
imaginan lo afortunado que se sentiría un padre al ver a sus hijos ya logrados.
Aquellos padres moto taxistas, médicos, comerciantes, obreros, choferes,
carpinteros, profesores, policías, empleados, campesinos o cualquier otro padre
trabajador que toda la vida se sacó la “mugre” para alimentar, vestir, educar a
sus hijos se verían gratamente recompensados. Más aún, aquellos padres de
familia que viven en la inopia total y de escasos recursos económicos que no
tienen mayores condiciones de vida, ni acceso a la justicia, ni a la salud, y
peor aún, que ni siquiera han podido estudiar. Viven mirando. - como dice una
canción. - como “pasa el tiempo” y que, al terminar sus hijos la secundaria, se
enfrentan al brete y ven con impotencia si sus vástagos deben continuar
estudios superiores o ponerse a trabajar como sopesando su dilema de siempre:
que no puedan estudiar y quedarse a vivir en la pobreza o migrar a las ciudades
a instruirse, alcanzar un futuro mejor y tener mayores condiciones de vida.
Esto último requiere. - sin duda. - un doble sacrificio de los padres y merecen
toda nuestra admiración y respeto, por tanto, no podemos defraudarlos. No saben
lo orgulloso que se sentiría al ver a sus hijos logrados.
Que estas líneas
sean de mucha reflexión para los hijos que aman a sus padres y el mejor regalo
que le podamos dar en su día es seguir sus consejos, su expertise siempre será
muy valioso para nosotros. Él siempre fue, es y seguirá siendo nuestro héroe,
ha luchado tanto por nosotros que no merece ser decepcionado… Y, como decía al
comienzo de este artículo ellos se sentirían felices y en su etapa otoñal
podrán morir tranquilos.
¡...FELIZ
DIA DEL PADRE…!
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