Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
Los japoneses
tienen un concepto para definir el sentido de la vida: Ikigai. También puede
ser traducido como: Tú razón de ser. Este involucra cosas como: tú pasión, lo
que amas, en lo que eres bueno, tú misión, lo que necesita el mundo y vocación.
El mundo sería otro si nos detuviéramos a preguntarnos cuál es nuestro Ikigai,
porque esto tiene relación con poder conocer de qué manera podremos encontrar y
construir nuestra autorrealización. “Iki” significa “vida y “gai” puede
traducirse como valor. Este concepto se dio a conocer mediante el libro
publicado por los españoles Héctor López, ingeniero residente en Japón, y el autor
del popular blog Francesc Miralles, periodista, en el cual nos cuentan su viaje
a el pueblo de Okinawa, donde se concentra la mayor concentración de
centenarios del mundo, a los que les preguntaron que les movía para tener ganas
de vivir.
Se supone que deberíamos estar siempre receptivos a
poder alcanzar nuestros sueños, a poder realizar las cosas que nos hacen
realmente felices y se supone también que siempre necesitamos que nos ayuden un
poco a irlo descubriendo y contar con el apoyo para respetar las decisiones que
vamos tomando.
Muchas veces tenemos miedo al fracaso y por ello es
que no nos enfocamos en perseguir nuestros deseos. Encontrar nuestro propio
Ikigai involucra todas las dimensiones en las que nos desarrollamos. Pero creo,
que siempre debemos tener presente, y es punto de partida crucial, saber
quiénes somos, reconocer nuestra esencia y en base a ello trabajar y labrar el
camino. Yo que trabajo con jóvenes, cuando hago esta pregunta, suelo obtener
como respuesta un “no sé”, “todavía no sé quién soy”. A mí con honestidad, me
hace dudar que sea real. Todos sabemos, pero muchas veces no queremos reconocer
lo que vemos y entonces, nos damos a la tarea de autoengañarnos, porque es
mucho más conveniente y fácil hacer lo que los demás quieren y poder encajar:
terrible error.
No aferrarnos a nuestro Ikigai podría hacernos ir por
la vida como zombies, y no hay peor cosa que pasar por ella sobreviviendo, sin
haber logrado vivir. Ojo, esto no quiere
decir que despeguemos los pies del suelo por completo, se trata de identificar
y unir las piezas, en un rompecabezas donde se de cabida a nuestra
personalidad, nuestras competencias, nuestros deseos y lo que nos hace sentir
bien. ¿Ya sé que no es fácil, pero en esta vida qué lo es?
Muchas veces el Ikigai se transforma en nuestro
trabajo y ahí creo, la magia se da en su totalidad, porque el click completo se
da, y podemos ayudar a otros, entregar algo en beneficio de nuestro entorno,
realizándonos y trascendiendo. Darle un sentido al existir, encausarlo y
emparejarlo a lo que soñamos, hace que nuestras necesidades se completen. Es
importante hacernos la pregunta y ayudar a las nuevas generaciones a hacérselas
en pro a generar ciudadanos comprometidos con ellos mismos y con su comunidad,
en la búsqueda del desarrollo y la prosperidad que todo ser humano y pueblo
merece.
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