sábado, 12 de marzo de 2022

La inseguridad ciudadana en su apogeo

 

               Por: Oscar Velit Bailetti.- Especialista en Seguridad Ciudadana.

 En los últimos meses se ha generado una discusión sobre la seguridad. En mi opinión, eso es bueno ya que se pone en la mesa un debate sobre la seguridad como un valor social, en el que toda la sociedad participa de los aciertos y los errores de la administración en esta materia. Tenemos que partir de la base de que la seguridad es un derecho fundamental ligado directamente a la libertad.

Pero, ¿cuándo una sociedad se plantea la percepción de la falta de seguridad? La respuesta es fácil: cuando ve comprometidas acciones tan simples como sentirse segura a la hora de dar un paseo por una zona determinada, dejar nuestros hijos menores un poco de autonomía y salir solos, pero, sobre todo, se pregunta por el hecho de cómo una sociedad de primer orden como puede tener problemas de inseguridad en sus calles.

Los medios de comunicación y los comunicados oficiales de la policía que actúan en nuestra ciudad, nos hablan de peleas, robos, agresiones sexuales, tráfico de drogas, etc., ya sea en forma de denuncia o información directa de las autori-dades.

Como siempre, la sociedad, en materia de seguridad, no percibe ninguna problemática hasta que esta se hace latente en forma de problemas reales en la seguridad pública, percibiendo que su entorno relativamente seguro y predecible se desestabiliza en formas delincuenciales de alta o baja intensidad.

En este contexto es cuando se hace tangible la inseguridad ciudadana como un problema social y el miedo a los delitos cometidos en espacios públicos, antes seguros, se traslada a las personas que los sufren, pero también a su entorno y a los distintos ámbitos sociales como pueden ser el trabajo, centros educativos y zonas de ocio.

Vivimos en un mundo que cada vez demanda más seguridad y no hablo solo de seguridad ciudadana, hablo de seguridad en los comercios, en las transacciones económicas, en la sanidad, en nuestras relaciones sociales y si nuestras autoridades no la proporcionan, la sociedad se vuelve insegura y vulnerable al miedo.

La sociedad percibe la seguridad ciudadana de dos formas: la objetiva y la subjetiva. La primera es la tangible, la que manda a un chico de 18 años al hospital después de recibir una paliza por el solo hecho de pasar por una determinada zona, o la detención de un joven con muchos antecedentes policiales y que sigue delinquiendo sin temor alguno a las repercusiones de sus actos. La segunda, la no tangible, nos habla de la sensación de inseguridad que se transmite entre los ciudadanos tras conocer sucesos violentos o delincuenciales en su entorno más próximo. Esta segunda es más peligrosa por su efecto líquido.

Está claro que en estos momentos nos enfrentamos a un problema muy real, los fríos datos así lo indican, pero sobre todo nos enfrentamos a sensaciones que antes no se vivían de esta forma. La delincuencia generada por jóvenes que se mueven en el arco de los 14 a los 24 años es un problema que tenemos sobre la mesa, un problema del siglo XXI que no podemos afrontar con herramientas del siglo pasado.

 La presencia policial en las calles es lo que más demanda la sociedad cuando se encuentran problemas reales de inseguridad, pero las personas que nos dedicamos al análisis de esta materia de seguridad sabemos que esas herramientas son solo el último eslabón de una cadena que abarca desde el estudio delincuencial de las distintas zonas y como la sociedad reacciona ante esos hechos, hasta la elaboración de mapas delincuenciales según geolocali-zación del delito. Podemos ver que es difícil de determinar en qué momento nos encontramos. Con los datos, las cifras oficiales de las que disponemos hoy en día es complicado realizar una radiografía exacta, resultando interesante la realización de una encuesta de seguridad pública sobre victimizaciones delictivas y otras percepciones de seguridad, y a partir de lo obtenido, adaptar las políticas públicas a los cambios que, como hemos señalado, se están produciendo en nuestra ciudad. Parece claro que los índices de criminalidad están volviendo a los existentes antes del comienzo de la situación de crisis sanitaria, y este hecho puede aumentar la sensación de inseguridad.

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