Por:
Alfredo Pachas
“Quiero volver a mi tierra”, son
estribillos que se escuchan. - en estos días. - en los terminales o en las
carreteras de salida de Lima, incluso en los paraderos o en las afueras de otras
regiones escapando al interior del país. Cáfilas que han decidido hoparse.
-como en la hégira de Mahoma. -antes de morir en tierras lejanas. Gente sin
dinero, sin trabajo, sin comida, algunos desvalidos o imbeles; en suma
abandonados a su suerte. Atrás quedaron. -como en la melodía. – “las locas
ilusiones que lo sacaron de sus pueblos para ver la capital ...” Como
despertando del sueño profundo en la que se retrataban ilusionados en busca de
un futuro mejor, se veían realizados, exitosos. Desde luego que algunos pocos
lo han logrado, muchos. -casi la mayoría. - al menos tenían trabajo, ropa,
comida y un lugar donde dormir. Otros, los informales vivían el día a día.
Todos ellos cual nómadas migraron de sus pueblos escapando de la violencia
terrorista, de los desastres de la naturaleza, huyendo de la inopia, en busca
de un trabajo, muchos jóvenes que migraron por razones de estudio, otros fueron
por motivos de salud y, de pronto todo se derrumbó. Como contradiciendo a
Calderón de la Barca: la vida no son sueños, no lo son, son realidades. Híncame
o “tócame, soy realidad”, dijo jocosamente un díscolo futbolista. Aquellos
caminantes que hoy regresan a casa ven truncados su destino, algunos aún. -
como decía el poeta Lanston Hughes… “se aferran a sus sueños, sin darse cuenta
que cuando ellos. - los sueños. - mueren, la vida se transforma en un pájaro
con sus alas rotas que dejan de volar…”. “el único destino seguro es la muerte
“decía un poeta...” el desengaño de ésta vida me apena”, decía otro. Todos los
caminantes tienen historias diferentes, pero las razones del éxodo a la capital
son comunes, como lo son los esfuerzos o sacrificios de sus padres, de su
familia, sí pues, porque allá en el interior del país, en las zonas rurales más
inhóspitas, en los viejos caminos de tierra, los hombres del campo, los pobres
indígenas, gentes humildes de la costa, sierra y selva se “sacaban la mugre”
desde el “canto del ga-llo” hasta el anochecer. Otros vendían
sus tierras, sus vacas, sus cosechas ahorrando para lograr un futuro mejor para
sus hijos. Todo lo narrado ocurre en el Perú profundo, el “Perú real”, donde. -
como lo señaló alguna vez J. C. Mariátegui. - ….” Los humildes no tienen
mayores condiciones de vida, ni acceso a la justicia, ni a la salud, ni a la
educación; viven. - como en la canción. - mirando cómo pasa el tiempo, como
sopesando su dilema de siempre: o quedarse viviendo en la pobreza o migrando a
las ciudades donde sus hijos tendrían mayores posibilidades de vida ...“ De
pronto todo cambia por culpa de ésta maldita idiopatía. El sino al que
anhelaban o el destino al que se dirigían era el futuro al que imaginaban como
un paraíso o el edén al que creían haber llegado y que el paso por la vida solo
era cuestión de esperar que el éxito llegue. Hoy vuelven a casa decepcionados
como si hubieran bebido un jarope, sin recursos, sin nada. “cero balas”, en
modo “chihuán”, solo con sus sueños e ilusiones envueltas en una maleta listas
para tirarlos al río, ver como cae al vacío y se lo lleva la corriente. Que
importa, empezarán de cero porque allá en el rancho grande, en la chacrita pan
no ha de faltar y, al menos de hambre no morirán. Hoy solo quieren volver a
casa para ver a sus padres antes que mueran, abrazar a sus hermanos, los amigos
de infancia, ver el barrio querido, el campito de tierra, volver a correr por los pastos, caminar a pie descalzo,
bañarse en “corito” en el río o en la acequia chica encima de un tallo de
plátano y jugar en la orilla con sus escarchas y rogarle a los apus que
llueva y haga más fértiles sus tierras o
pedirle al Inti que suelte sus energías para que los llene de optimismo o
suplicarle a la diosa Quilla (la luna) que ilumine la noche para poder pasear
por la plaza del pueblo.
Todos esos recuerdos es lo único que
los mantiene vivos, saben que mañana cuando despierten sus ojos y vean que siguen
viviendo comprenderán el enorme valor de la vida. Saben que van a empezar de
nuevo y prometerán que ésta patria querida se volverá a levantar cual ave
fénix. Por ahora lo único que desean es VOLVER A CASA.
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