Por: Oscar Velit Bailetti
Especialista en Seguridad Ciudadana
La relación
existente entre la realidad y la percepción de la misma, está separada muchas
veces por una línea tan imperceptible que muchas veces queda oculta. Esto
debido a que las personas afectadas no denuncian, ni la hacen pública. Son muchas las mediaciones que se cruzan
entre una y otra, que fácilmente se sacan conclusiones equivocadas.
Por ejemplo,
una cosa es que haya altos niveles de criminalidad en Chincha, y otra, que la
situación sea casi insostenible y que se crea que estamos en el punto más alto
de la inseguridad. Lo anterior puede estar relacionado con varios factores,
entre ellos, la realización de actos delictivos de gran envergadura y mucha
atención por parte de los medios de comunicación; la ineficiencia de la Policía
y de los restantes operadores de justicia para enfrentar exitosamente la
criminalidad, el descreimiento generalizado en las instituciones, la “cercanía”
de los hechos criminales y la violencia asociada a la realización de los
mismos. Pues ahora todos los robos y asaltos son cometidos con armas de fuego.
Así lo demuestran las últimas muertes.
Entre la
realidad y la percepción suelen mediar otros factores que tienen que ver con
las instituciones y con el grado de conocimiento que tienen los ciudadanos
sobre el tema de la criminalidad. Por el lado de las instituciones, puede
existir un manejo inadecuado de la imagen, es decir, de la información que sale
de la institución, lo que provoca cierto retardo entre lo que ocurre y la
explicación correspondiente a la reacción institucional. Por el lado de los
ciudadanos, puede ser que, por razones personales o de trabajo, estén más al
día con los últimos detalles de la criminalidad, situación que les puede llevar
a sobredimensionar la situación real.
Lo expresado
hasta ahora nos permite sacar algunas conclusiones y una de ellas es que la
diferencia entre realidad y percepción puede ubicarse en la institucionalidad,
la ciudadanía o en el contexto mismo de la inseguridad y, otra, es que puede
existir correspondencia entre ambas (coincidencia entre percepción y realidad)
o la percepción puede estar por encima de la realidad (sobredimensionándola) o
puede estar por debajo de la misma (desinformación o divorcio de la realidad).
Las tres situaciones tienen repercusiones positivas y negativas para el
contexto de la inseguridad, ya sea por la conciencia de la gravedad de la
situación (cuando hay coincidencia), por la exageración de la realidad (cuando
la percepción la supera) o por la minimización de la realidad (cuando la
percepción está por debajo).
Esto es lo
que deducen muchas personas que escucharon al Secretario Técnico, del CODISEC Y
COPROSEC cuando mencionaba una estadística de la labor desempeñada durante el
año 2019.En la lucha contra la criminalidad en la provincia.
¿Y se
preguntaban cuántos de los detenidos y bandas desarticuladas estaban en
prisión? - ¿Porque en un año sólo habían requisado algunos ketes de sustancias
toxicas? - Cuando muchos ven en diversos sectores de Pueblo Nuevo que ésta se
comercializa en calles y avenidas todos los días y en horas de la noche donde
se ve hasta niños y mujeres como jaladores y con señales de luz a cuanta
persona o vehículo transitan por el lugar. Y en la ciudad se reparte a delivery
en vehículos motorizados.
La
exageración de la realidad, que implica la colocación de la percepción por
encima de la misma, hace que la ciudadanía sienta que no se está haciendo nada
y que la situación sigue igual o peor que antes. Esta actitud conduce a un
rechazo del esfuerzo que estén haciendo los diferentes operadores de justicia,
particularmente la Policía. Y una tendencia a sumarse a los que dicen que no se
está haciendo los esfuerzos necesarios para combatir la criminalidad.
En la
reunión con el personal que vino de la capital no se expresó nada nuevo, ni
contundente. Solo se limitó a dar una información “trillada” del cumplimiento
de metas.
Por el
contrario, la minimización de la realidad, que ubica a la percepción por debajo
de la misma, hace que la ciudadanía asuma un optimismo exagerado y que tienda a
confiarse y descuidar las precauciones en materia de seguridad, además de creer
que la criminalidad se ha reducido, gracias a la iniciativa gubernamental y a
la eficiencia de los operadores de Justicia. Esta situación es menos frecuente
que las otras, por la colocación del tema de la seguridad en la agenda diaria
de los medios de comunicación y por el contexto vecinal o social en el que se
transmiten las noticias de robos, asaltos, homicidios, violaciones y otros.
La
coincidencia entre percepción y realidad, es decir la percepción real de la
magnitud de la criminalidad, es propia de los expertos, estudiosos del tema y
de los mismos operadores de justicia (policías, fiscales, defensores, jueces).
Estos tienden a tener una opinión más objetiva de la realidad, con la que reconocen
los esfuerzos gubernamentales y de los operadores y las dificultades o peligros
en los que se manejan.
Por lo que
se requiere un mayor acercamiento a la ciudadanía para que conozcan más de la
Policía y para que recuperen la confianza y el sentido de protección.
De todas
maneras, se trata de detectar la percepción de la ciudadanía para ver realmente
lo que está fallando y aplicar los correctivos del caso, y no para provocar una
actitud defensiva y justificativa en la Policía o en los restantes operadores
de justicia. Lo importante a destacar es que, si la ciudadanía expresa una
percepción negativa de determinada institución, en este caso de la Policía, es
por alguna razón concreta que debería establecerse, y no debe descalificarse
diciendo que la gente es malagradecida,
que no valora el esfuerzo de la Policía o, en el peor de los casos y en el
mejor estilo militar, que existe una campaña de descrédito en contra de la
institución, que proviene de sectores que la adversan. La medición de la
percepción ciudadana de una institución debe servir para mejorar la toma de
decisiones al más alto nivel y debe hacerse periódicamente para ver si las
medidas adoptadas están produciendo resultados positivos o no.
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