EN CHINCHA SE BAILA TAMBIÉN LA DANZA LAS PALLITAS
Un amplio
informe del importante medio de Comunicación Andina, se refiere sobre el Hatajo
de Negritos, danza peruana que se presenta en diversas partes del país, así
como todo el año en Chincha en variados escenarios y con mayor continuidad en
las fiestas Navideñas. Dicho texto lo damos a conocer:
“La celebración de la Navidad en los pueblos del Perú
es una muestra de nuestra riqueza cultural. Así lo muestran las múltiples
festividades que se organizan en las comunidades andinas y amazónicas, algunas de
ellas reconocidas como Patrimonio Cultural de la Nación.
Pero en la costa también se vive intensamente esta
importante fiesta católica. En la provincia de Chincha, región Ica, por
ejemplo, la población afroperuana celebra el nacimiento del Niño Dios
escenificando las danzas Hatajo de Negritos –interpretado por varones- y las
Pallitas –exclusiva de mujeres-.
La festividad se inicia el 24 de diciembre (para
celebrar el nacimiento de Jesús) y concluye el 6 de enero (con Pascua de
Reyes).
Hatajo de Negritos
El Hatajo de
negritos y las pallas o las pallitas son expresiones musicales y de danza que
consisten en la ejecución de bailes basados en el zapateo, canto e
interpretaciones del violín y la guitarra españoles.
El baile del zapateo involucra la reproducción de
patrones rítmicos de ascendencia africana al son de los instrumentos musicales
que evocan tonadas con influencia andina.
Tradicionalmente, el hatajo de negritos es
interpretado por varones y las pallas son exclusivas de las mujeres, y se
bailan juntos como parte de las celebraciones por la Navidad, con especial
incidencia en la provincia iqueña de Chincha.
El Hatajo de Negritos es una danza que es dirigido por
un caporal que dirige al conjunto e inicia con jolgorio la marcha por calles y
caseríos. Un personaje se encarga de “bautizar” con agua bendita a los nuevos
integrantes. Todos vestidos de blanco, representan a esclavos y antiguos
pobladores afrodescendientes, transitan a ritmo de zapateo, soltando versos y
cargando campanillas adornadas con cintas.
Durante los festejos, los varones visten también
coloridas bandas y contrabandas, y portan una campana y un vistoso chicotillo
con cascabeles.
Por su parte, las Pallitas, palabra quechua que alude
a doncellas o pastoras, lucen bastones llamados “azucenas” y alternan su
recorrido también con zapateo y villancicos. Ellas llevan vestidos de color
claro y velos de tul, así como bastones multicolores.
En la actualidad, la danza se repite en Huaral y
varios distritos limeños con grupos que utilizan vestuario de colores, bandas
de seda ornamentadas y con lentejuelas, además de turbantes y gorritos
emplumados.
El único instrumento que acompaña la comparsa de varones
es el violín y en las mujeres la guitarra, con la finalidad de transmitir
alegría y ternura a su paso.
Los negritos zapatean al ritmo del violín y las
pallas, al compás de la guitarra. En resumen, los danzantes representan a los
pastores que visitan a Jesús al nacer.
En estas visitas presentan sus danzas y cánticos al
niño Jesús de los nacimientos de los hogares y los anfitriones los agasajan con
comida y bebida. También ejecutan sus danzas en calles y plazas.
Orígenes
Estas expresiones culturales tienen como antecedente
histórico una larga tradición de danzas y cantos de villancicos frente a los
nacimientos, de procedencia española, pero fuertemente asentadas en Perú desde
el siglo XVII.
Testimonios locales ubican el origen del hatajo de
negritos y las pallas hacia 1761; otros dan cuenta de que ya se bailaban de la
forma actual en la década de los veinte del siglo pasado”.
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