Se le representa como una mujer vestida con
su túnica blanca, una venda cubre sus ojos, y su mano sostiene la balanza de la
Ley.
Tratemos de entender esta figura
decorativa. La blancura de su atuendo es sinónimo de pureza, la venda le
impide ver a quién va a juzgar, la
balanza sopesará la fiel expresión de un fallo justo e imparcial. La espada la
usara por si algún despistado intenta pasar por encima de su autoridad.
El tristemente recordado Luis
Serpa Segura, fue, en una lejana época, presidente de la Corte Suprema de
Justicia. Un día llegó hasta el despacho del otrora poderoso Vladimiro Montesinos
y le entregó para que “estudiara” el proyecto de resolución que él (Serpa)
debería firmar a favor de la reelección de Alberto Fujimori como Presidente de
la República. De esta forma Serpa estaba actuando como fiel y obediente secretario
de oficina. Su alto cargo judicial era solo un trapeador.
Poco después este gallardo defensor
de la justicia retornó nuevamente al SIN pero ya acompañado de todos los integrantes
de la Sala Constitucional de la Corte Suprema para recibir la orden que imponía
la nueva postulación de Fujimori a la presidencia. Montesinos simplemente les
dijo “cúmplase y ejecútese” y los que
en esos momentos representaban la máxima jerarquía del Poder Judicial, inclinaron
la cabeza sumisamente como señal de obediencia. Más bajo no podía haber caído este Poder del
Estado.
En estos tiempos los noticieros
informativos dan cuenta de las encendidas y justificadas protestas de los que
sufren en carne propia los estragos de la injusticia cometida en su agravio. Lo
que ocurre es que esta mujer vestida de blanco ya perdió su virginidad y ahora
subasta sus caricias al mejor postor, llámense poderosos e influyentes personajes
de la sociedad y de la política. Hoy, la venda sólo le cubre un ojo para así
ver a quién va a favorecer; la balanza con sus platillos ha sido reemplazada
por una enorme bandeja capaz de recibir rumas de billetes; y la espada la usará
para cortar todo intento de reclamo de los ciudadanos indefensos.
La actual justicia, con su
cartera al hombro y los labios pintarrajeados parada en una esquina del
bulevar, se expone a ser tomada por aquellos que con su dinero y poder creen
tener el pleno derecho de usarla para conseguir sus torvos propósitos en su desmedido afán de
seguir enriqueciéndose.
Pero todo tiene su final, y
en su momento llegará a la presidencia un verdadero justiciero, incorruptible
que cubra a la justicia con una túnica de acero y armarla con un lanzallamas
para acabar con los indeseables. ¿Será acaso unos de los candidatos que buscan
la presidencia? NINGUNO, ellos están peor que la actual dama de blanco.
Otrosí
digo: El Instituto
Mundial de Investigación de la Economía del Desarrollo llegó a la
conclusión que, aproximadamente 1,000 millones de personas se acuestan
hambrientas todas las noches. Que cada 3.5 segundos alguien muere de hambre, la
mayoría niños menores de 5 años. Que el 0.5% de los más adinerados controla un
35% de la riqueza del mundo. Que más de 3,000 millones de personas, o sea, cerca
de medio mundo, viven con menos de dos dólares por día; y que en el 2018, 12
millones de niños morirán antes de llegar a su siguiente cumpleaños.
Ante este cuadro pavoroso con
cifras escalofriantes que revelan la enorme desigualdad social de esta
humanidad controlada por unos cuantos poderosos dueños de imperios económicos,
se exhibe hoy como una cruel respuesta, el derroche escandaloso y voraz en las
celebraciones de matrimonios, aniversarios, Navidad y Año Nuevo, donde la
mayoría se atragantan y beben hasta el hastío para quedar finalmente a
consecuencia del exceso, exánimes con el abdomen repleto de comida y la mirada
perdida en el vacío a consecuencia del licor ingerido.
Pero cuando el piso se les
mueve como gelatina producido por un
movimiento sísmico, entonces gritan y tiemblan como peleles invocando
piedad, piedad que nunca sintieron por aquellos infelices castigados por el infortunio
y la desdicha.
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