Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
Si hay algo que creo define a un
personaje es su coherencia. No podemos ir por la vida predicando una cosa y
haciendo otra. Nos resta.
Tuve claro siempre en la pasada elección presidencial, que no teníamos
definido realmente un candidato que fuera realmente de oposición. La candidata
oficial, que todos sabíamos resultaría ganadora, pues se le hizo campaña desde
palacio, diariamente con el mejor vocero de todos, Andrés Manuel López Obrador,
que a diestra y siniestra y sin ningún tipo de tapujo, dejó en claro, que votar
por Claudia era votar por él … ah no, perdón, se me cuatrapea el teclado,
organizo mejor, y reescribo. El señor presidente siempre nos dejó en claro que
había que votar por la continuidad de su proyecto de dizque transformación y
por lo tanto, o se votaba por Morena o se perdían todos los beneficios sociales….
¡ay… tampoco debo decirlo así!
Espere, vuelvo a empezar.
La candidata oficial que resultó ganadora, tras es arrollador aparato
ideológico, que a través del populismo, el actual presidente movilizó desde su
conferencia mañanera, con la que se sirvió para indicar paso a paso la victoria
de su compañera de partido y súbdita la Dra. Claudia Sheinbaum, no tenía
realmente alguien con quien competir (creo que ahora si me quedó mejor, por lo
menos más amable), pues ni Jorge Mainés ni Xóchitl Gálvez realmente eran
figuras sólidas. El primero, que jugó a ser el chivo expiatorio, con el que
intentaron reducir la intención de voto por la Gálvez, en una transacción
maquiavélica, que fue más que evidente, entre Dante Delgado y el dirigente de
Morena (no hace falta volver a decir su nombre, todos sabemos quién manda ahí).
Y Xóchitl, que nadie puede negar, al destaparse fue un torbellino que
desestabilizó la seguridad de nuestro mandatario y lo hizo renegar, pues se
atrevió a contestarle y hacerle ruido en Palacio Nacional.
Xóchitl se emocionó, le hablaron de primera instancia bonito y se fue un poco de boca, debió ser más cautelosa, ante los depredadores que tenía cerca, que no la dejaron madurar políticamente, y es que Roma no se construyó en un día, ella tuvo que aguantar, jugar por la CDMX y de ahí lanzarse, pero repito, se emocionó y se lanzó a hacer su lucha. Hubiera sido bonito verla en el 2030 peleando la silla contra alguno de los niños regiomontanos, que sí están poniendo poco a poco sus piedritas para marcar su camino.
Hasta ahí todo bien “Houston”.
Acabo de narrar a grandes rasgos lo que pasó y lo que muchos ya sabemos.
No llegó, y uno de los grandes problemas (aparte de tener que lidiar con
nuestra cabecita de algodón como oponente, ah no perdón con Claudia) es que su
imagen no era del todo real. Y si no vender un producto basado en su esencia,
de plano no va a cuajar. Necesita
realmente trabajar en un marketing político muy profundo, que nos muestre
realmente quien es y que puede hacer. Miren nada más lo que la parejita Samuel
y Mariana están haciendo en Nuevo León, a eso sí que le llamo buen marketing,
esos venden hasta a la abuelita, con tal de ganar adeptos, por no decir que
hasta a Mariel (su pequeña de apenas un año de edad) nos la meten hasta por las
orejas con tal de adueñarse de los sentimientos y de las emociones del
electorado. Porque así es como se trabaja en propaganda, atrapándome el
“querer” de la gente. Xóchitl tuvo muchos tropiezos, la dejaron sola, nadie la
asesoró ni la asesora actualmente, pues miren que haberse quitado el huipil de
un día para otro y verla de nuevo enfundada en sus trajes de señora de Polanco,
nos hace solo pensar, que estuvo bien que no hubiera ganado.
Ojalá nuestros políticos empiecen a construir campañas para el 2030, porque así es como se debe trabajar un puesto de la envergadura presidencial, con muuuucha anticipación e inteligencia, verdad Samuel y Luis Donaldo?
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