Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
No se trata de trabajar solo en el cuerpo. De ir al gym y hacer la mejor
de las dietas para ponernos esculturales. Escucho mucho esta frase: “cuídate,
ponte bonita (o)”. Y no digo que cuidar nuestra única real herramienta que
tenemos (nuestro cuerpo) este peleado con quererse. Pero el amor propio creo
que va mucho más allá de un cuidado superfluo. Es más, conozco muy pocas
personas que realmente se amen a ellas mismas. Porque amarse conlleva ser
fieles a su persona. El amor propio tiene que estar empapado de respeto por tus
ideales, por tus creencias, por tu integridad. Esa que debe construirse en base
a tu temperamento y personalidad. Somos mente, cuerpo, corazón y espíritu. Esos
cuatro pilares deber conformarse y retroalimentarse para lograr una sincronía
real. Veo gente que dice quererse mucho, pero se dobla por tres pesos (porque
según ellos la vida es así y hay que aprender a vivirla) y entonces venden su
esencia al mejor postor, ya sea por una comodidad asquerosa o por miedo. Un
miedo que es solo el reflejo de la poca autoestima y autovaloración que se
tienen, ya que no se sienten capaces o no creer poder vivir sin esos tres pesos
que creen conseguir “fácilmente” pero que les cuestan toneladas de indignidad.
Que peso tan grande se debe cargar al saber las cosas no correctas que se han
aceptado por miedo y por falta de amor propio.
El amor propio se cultiva. Y es como las plantitas, se tiene que regar diariamente y con mucha paciencia verlo florecer. Se trabaja desde un punto de no retorno que es la relación con uno mismo. Se acuerda que alguna vez le hablé de la importancia de la buena comunicación intrapersonal (la interna), pues ésta es básica para el amor propio, lo malo es que la mayoría huye a querer conocerse y menos, a ser empático con nuestro ser. Porque nos encanta ser los jueces más malditos con nuestra persona, a la que por el contrario es a la que más debemos comprender, sin importarnos las posturas externas. Qué importa lo que digan los demás, si ellos no nos conocen realmente, por ahí es donde debemos arrancar. Si nuestras emociones y sentimientos emergen de cierta manera, es porque eso somos o podemos ser hasta ese momento y le guste a quien le guste es la mejor manera de ser que hemos podido. No se trata de querer gustar a todos, (los todos se pueden quedar esperando) se trata de gustarte a ti mismo y de comulgar con lo que quieres ser y creer. Elegir tu círculo es importantísimo para poder hacer sólido el amor propio. Hay que rodearse de gente positiva, motivada sobre la misma línea y sacar a todos esos tóxicos que no pueden romper los viejos paradigmas y que quieren seguir aparentando que todo lo pueden controlar, que tienen una inteligencia inmensa porque se “acomodan” al mundo, que solo ellos tienen la razón, que sus creencias son solo las correctas y que, en resumidas cuentas, no saben moverse para adelante porque vociferan, pero no actúan desde el principio que son ellos. Veo iglesias con un montón de gente adorando a Dios (que es magnífico, no me vaya a mal entender) pero abandonándose, poniendo en manos de otro el trabajo y el valor que deber tener para construirse ellos mismos. El amor propio duele, claro que duele, todas las evoluciones tienen crisis y estas no son fáciles, pero son esenciales para realmente sentirse bien, no para los demás sino con su propio ser. No tenga miedo de amarse. Si los demás no lo entienden es cosa externa.
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