Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
El salón de clases cada vez está más lleno de gente
poco interesada en aprender. Buscan tener un papel firmado y sellado por una
institución que les dé un status, un nombre, pero conocimiento, aprendizaje,
construcción, edificación positiva… no.
Y en el docente recae la pena de tener que tratar con
pinzas y delicadeza total, a muchos jóvenes que rayan en lo irrespetuoso.
¡Ah…no! Perdone usted, me confundo, lo que pasa es que las nuevas generaciones
son multitask y pueden realizar múltiples tareas a la vez cómo tener en el
celular TikTok abierto, en la compu alguna página de juegos en una de las
múltiples pantallas abiertas, los audífonos colocados en sus orejas escuchando
música y muy muy lejanamente, prestar atención a lo que sucede. Nadie copia una
palabra de lo dicho, para eso los celulares tienen cámara y ellos se limitan a
tomar fotos sobre lo que pasa. Si remotamente algo les llega a llamar la
atención, preguntan dónde pueden encontrar el tema en la red, para verlo más
tarde. Entonces, los cuerpos académicos cada vez, están apretando más a los docentes
en actualizaciones infinitas sobre uso de tecnologías, cuestionan
apremiantemente sobre cómo estarán elaborando clases “atractivas” que puedan
mantener interesados a los chicos y obvio, como les ayudaras a genera
pensamiento crítico (ya ve que el término está de moda, y pues hay que
exigirlo). Pero el reto va mucho más allá de poder generar ideas en cabezas que
no leen, que no se informan correctamente, que no consultan fuentes serias de
información. El reto es educar realmente todo el entorno, para encausar
realmente el recibir educación.
No es depositar a los jóvenes para que tengan donde
pasar el tiempo, o donde otros, se hagan cargo de la responsabilidad que muchos
padres no quieren asumir y por lo tanto, hacen llegar al aula, chicos
descontrolados, caprichosos, irrespetuosos, perezosos, con un montón de
problemas, que por desgracia no desfogan más que en el único lugar que pueden y
que no es su casa precisamente. Chicos que no han tenido límites, ni nadie que
les hable, les escuche y les haga comprender que el sacrificio, la lucha, el
esfuerzo y el trabajo deben estar presentes si uno quiere llegar a buen término
en cualquier empresa que visione.
Mientras el grupo docente, cada vez tiene más atadas
las manos, cuidando celosamente las formas, las vías, cada palabra, para no ser
malinterpretado o señalado si es que se quiere ayudar a mejorar una conducta o
motivar a intentar creer en la acción educativa.
No me diga que eso no deprime a cualquiera, por más
vocación y actitud de servicio que se tenga, el cuestionamiento está latente,
la presión es infinita. Adquirir conocimiento es uno de los actos más bellos
que se puedan llevar a cabo, porque no cambiamos el discurso y más que verlo
como una gran pesar, no enseñamos respeto y devoción a la oportunidad de
asistir a construir, compartir y adquirir información valiosa. Porque no
enseñamos desde pequeños la alegría de abrir un libro, de admirar el arte, de
conocer historia, geografía, la especialidad que sea, pero que engrandezca y
transforme. Cada vez son menos los que leen, o los que escriben, nos dicen que
debemos incluir a la Inteligencia Artificial y no dejarla de lado porque es lo
de hoy, y dejamos de lado cosas tan básicas como el uso de la caligrafía y el
dibujo. Y ya mejor ni hablar de las calificaciones y evaluaciones, que deben
ser tan rigurosamente observadas por las instituciones, que el docente tiene
que demostrar y sustentar cada punto asignado o restado a un alumno y son los
padres y los mismos educandos los que si aniquilan en las evaluaciones a todo
aquel docente que ose en exigir demás o buscar hacer las cosas de la forma más
correcta.
Me toca estar en el aula todos los días y veo y
escucho de todo. Como también observa del lado del profesional de la educación
muchos huecos, ocupados por personas que no tienen las bases, el conocimiento
ni la sensibilidad para dirigir el universo aulístico.
La palabra clave podría ser responsabilidad en todos
los niveles. El contexto es enloquecedor, y no veo que se hable de la salud
mental de los docentes, qué se está haciendo al respecto, sí hay que cuidar a
los estudiantes, pero quien ayuda al docente, a qué hora empezamos a buscar las
instancias para ordenar este desastre, en qué tiempo nos reinventamos y
transformamos positivamente lo que tenemos en las manos, si cada vez estamos más
apurados y bombardeados intentando ir a la par de la vorágine de sucesos
sociales y globales.
El mundo parece que girara cada vez más rápido y esto
nos puede traer graves consecuencias.
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