Por: Ed. Dr.
Claudia Viveros Lorenzo
Holísticamente,
buscando la transformación, y el cambio de vida, completando el
autoconocimiento, la autorreflexión, el aprender a desaprender, el estallido de
la consciencia, no se puede pasar por alto el resignificar.
El discurso que
manejamos sobre nosotros mismos y sobre nuestra historia es piedra angular para
construir nuestra visión ante los sucesos y personas que tenemos que ir
sorteando en nuestra propia historia de vida.
Somos emoción y
por lo tanto, el urgente entender que la gestión de esta, acompañada de un
enfoque positivo, de la mano de un ejercicio de observación y de recuerdo bien
analizado y enfocado a tomar de todo lo que se nos presenta lo bueno, nos
llevará a caminos más sanos de convivencia con nosotros mismos y con los demás.
Porque no se
puede olvidar que nuestro principal amigo, nuestro huésped más importante somos
nosotros. Y es por ello que a últimas fechas le he estado hablando y alentando
tanto sobre la comunicación intrapersonal. Porque nuestra propia relación
hablará y dará pautas a las relaciones que podamos entablar con los demás.
Si usted es su
peor enemigo o está hecho un caos, no espere resultados diferentes en el
exterior.
Entonces,
otorgarle un sentido diferente o un valor más constructivo a nuestras
experiencias para lograr que estas sean edificantes y enriquecedoras es
resignificar.
Ya sabe que la
mayoría suele ser campeón olímpico en la tragedia, el drama y la victimización,
pero déjeme decirle que esas frecuencias son bajísimas y solo nos perjudican y
nos hacen vivir en círculos viciosos. Al resignificar, palabras más, palabras
menos, le encontramos todo lo bueno a lo que de primera pensamos que es malo.
Damos oportunidad y una mejor comprensión a todo aquello que pueda parecer un
suceso terrorífico, y le otorgamos la oportunidad de dejarnos la enseñanza para
la cual estuvo configurado. Porque es un hecho que las cosas o los sucesos no
se pueden cambiar, pero lo que sí, es la manera en que significan para ti. Se
puede resignificar en tiempo pasado, presente y futuro. Y como es largo de
explicar, puntualizaré solo en la resignificación del recuerdo.
Gabriel García
Marqués decía (una de las frases que más me gustan por siempre) qué: “La vida
no es la que uno vivió, sino la que recuerda y como la recuerda para contarla”.
Yo aquí acotaría que más que para contarla a los demás, es como nos la contamos
a nosotros, y de ahí para adelante. Y no, no se me vaya a confundir pensando
que lo estoy alentando a alucinar, o a auto mentirse, por favor, entiéndame
bien, se trata de aprender de lo vivido, valorarlo y reconfigurar al discurso,
para que el hecho o la persona más que sentar un precedente de hastío, sea
punta de lanza para la mejora. Es por lo que el auto cocimiento y la
autorreflexión tienen que estar presente. Ahí es donde no podemos dejar de
concebir el sentido holístico de la evolución.
Comience dejando
de preguntar por qué y adoptando el para qué. Hágase preguntas básicas como:
¿Para qué tuve que vivir esto en mi vida? ¿Qué me aportó? ¿Tuve un aprendizaje
importante?
Le aseguro que
comenzará a encontrar tintes nuevos a las fotografías mentales con las que se
quedó y con ello podrá aligerar otras patologías como la ansiedad.
Comentarios:
draclaudiaviveroslorenzo@gmail.com
Sígame en mis
redes:
Facebook:
Claudia Viveros Lorenzo
Twitter:
@clauss77
Linkendl:
Claudia Viveros Lorenzo.
0 comentarios:
Publicar un comentario