Por: Ed. Dr.
Claudia Viveros Lorenzo
Todos lo
sabemos, lo único que tenemos seguro es la muerte. Y damos por sentada la vida.
Tanto que nos encanta planear, sufrir de ansiedad por el futuro y prospectar
para un tiempo que no es preciso si pasará. Nos tratan de hacer entender que lo
más importante es el hoy, el instante, pero estamos tan distraídos en un “no sé
qué” que nos abre una brecha enorme para disfrutarlo y valorarlo. Y entonces
dejamos de contemplar que la vida puede cambiarte en tan sólo un segundo, sin
control y movernos por completo. A veces puede ser a través del accidente menos
esperado, por la enfermedad misteriosa o por la influencia de una mente
trastornada que interviene en nuestro camino. Nuestras decisiones son
determinantes en construir nuestra historia personal. Nadie sabe cuándo será el
último momento. Cada segundo es uno menos, en una eutanasia pasiva que poco
comprendemos y valoramos. Por eso es que el tiempo es algo valiosísimo, así
como los momentos compartidos y el agradecimiento, que puede ser la gran clave
en la esencia de la vida y es que vivimos medio dormidos. No despertamos del
todo. A veces solo lo hacemos por momentos, cuando la vida nos hace pasar por
situaciones crudas para remecernos y ayudarnos a comprender toda la fortuna de
la que estamos rodeados.
Hay quienes
pueden tener un paso por esta dimensión largo como los que solo están poco.
Cada uno de nosotros no tiene idea de cuánto será lo que tenemos asignado, pero
de lo que si podemos tener idea es de la maravillosa oportunidad de
experimentar, compartir, sentir, dar amor y dejar una huella perdurable de
bien. No se puede ir a la tienda a comprar vida es por ello que es necesario
tener la consciencia de darle un sentido
real a esta. Una regla básica es dejar de desear y soñar con lo que no tenemos
y mirar con ojos más abiertos todo lo que sí, sacando de eso todas las
lecciones, sin subestimar. Para ello debemos detenernos unos minutos y tratar
de ver las situaciones de la manera más objetiva posible de manera que podrá
apreciar que es posible que sea sencillo y podrá resolver cualquier situación
de manera sencilla.
Somos un
milagro, desde el momento en que nacemos y aunque nos cueste creerlo estamos
aquí para algo importante. Todos tenemos un por qué y un para qué. Dejemos de
malgastar la vida en comprar cosas inútiles, enojos y quejas. Lo que debe pasar
pasa y un día ya no estamos.
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