Por:Oscar Velit Bailetti.- Especialista en
Seguridad Ciudadana.
La
delincuencia tiene por causa principal las desigualdades sociales y la pobreza.
Si bien no podemos desconocer que la mayoría de los delitos se concentran
porcentualmente en sectores económicos vulnerables, ello obedece a que el
universo poblacional en dichos sectores es significativamente mayor respecto a
los sectores sociales más acomodados. De lo anterior se desprende que no existe
relación de causalidad entre sectores económicos vulnerables y
delincuencia, por consiguiente, dicha
tesis constituye una generalización arbitraría, lo cual a su vez conduce a la
estigmatización social.
Para otros autores, en cambio, la cesantía es la
principal causa de la delincuencia. Si bien no podemos desconocer que en
periodos de crisis eco-nómica el porcentaje de delincuencia aumenta, esta
variable no es la principal causa de la delincuencia. Prueba de lo anterior, es
que la mayoría de la población no delinque en periodos de crisis económicas.
Por último, otras teorías señalan que la violencia
física y/psicológica contra la mujer es consecuencia de la cultura machista o
el patriarcado. Sin embargo, aquella tesis carece de sustento fáctico. Ello
porque la inmensa mayoría de los hombres no ejerce violencia física y/o
psicológica contra las mujeres. Es decir, la violencia psicológica y/ física no
es un fenómeno generalizado o social. En virtud de lo anterior, se puede
afirmar que no existe relación de causalidad lógica entre la cultura machista y
los delitos contras las mujeres.
En oposición a estas teorías, la presente columna
tiene por finalidad explicar que la principal causa de la delincuencia son los
trastornos mentales. En contraste con la tradición culturalista, la
psicopatología sostiene que los delitos y las conductas antisociales son, por
regla general, consecuencia de trastornos mentales de naturaleza agresiva. Como
es de conocimiento general, el ser humano, es, por definición, al-truista y prosocial,
siendo el predominio de la inclinación agresiva una señal de enajenación o
desviación de la norma natural. A este respecto, es preciso señalar que
conforme a la literatura los principales trastornos mentales de naturaleza agresiva
relacionados con ilícitos son las psicosis, algunos trastornos de personalidad,
el trastorno bipolar, las demencias, el retraso mental, las adicciones entre
otros. Sin perjuicio del temor que puede sus-citar en la población las personas
presentan desórdenes mentales de naturaleza agresiva. Afortunadamente, en la
actualidad existen tratamientos psicoterapéuticos y farmacológicos sumamente
eficaces para tratar la mayoría de las enfermedades mentales de naturaleza agresiva.
Ello constituye una noticia muy esperanzadora para el propósito de inhibir la
aparición de conductas antisociales e ilícitas. Si bien los trastornos mentales
constituyen la principal causa de delincuencia, es importante destacar que los
tratamientos psicológicos y farmacológicos son insuficientes si no van acompañados
de una estrategia destinada a reinsertar laboral-mente a las personas que presentan
trastornos mentales. Sumado a lo anterior, consideramos fundamental tratar o intervenir
psicológicamente a las familias de las personas que han cometido delitos, los
cuales, por lo general, también presentan desórdenes mentales, los cuales
contribuyen a perpetuar las patologías en las personas infractoras que han infringido
la ley.
Para concluir no podemos terminar sin antes destacar
que el derecho penal juega papel muy importante para los efectos de disuadir o
inhibir a las personas para cometer delitos. Sin embargo, consideramos que este
mecanismo de control social es insuficiente por sí mismo.
Continuará
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