Por: Ed. Dr.
Claudia Viveros Lorenzo
A las antiguas
generaciones nos hicieron tremendo daño con frases como: “Te aguantas”, “No
llores, no arreglas nada con eso”, “Llorar es para los débiles”, etc. Y así
crecimos, tragándonos las emociones, porque como a nuestros papás y a nuestros
abuelos, (y todos los que nos anteceden les hicieron lo mismo y ellos no
tuvieron la valentía ni las ganas de generar un cambio y transitaron por su
vida dentro de una dinámica tóxica de autolimitación) se nos impuso la terrible
“costumbre” de aguantar y aguantar. Y no, nadie nació para aguantar, NADIE.
Las lágrimas,
dice Coletti, también liberan oxitocina y endorfinas, hormonas que pueden
llevarte a sentir una sensación de calma interior y bienestar. Como resultado,
después de llorar, es probable, que se sienta más tranquilo, más calmado e
incluso aliviado físicamente de algún grado de dolor. El llanto ayuda a
descargar sentimientos negativos que pueden ser paralizantes. Llorar no
significa que sea débil, desde que nacemos es una señal de que estamos vivos.
Las lágrimas son medicina pura, activan el sistema parasimpático, que ayuda a
relajarnos y segrega opiáceos, que son analgésicos naturales. El llanto es de
gran beneficio para la salud mental. Además, es una función social, con él, pedimos
ayuda a los demás y desde el otro frente, nos impulsa a ofrecer nuestro apoyo
ante el sufrimiento de otro, genera empatía (sobre todo cuando estamos
realmente sanos y dejamos de lado todo lo que ya mencioné al principio).
A nivel físico,
le cuento que las lágrimas tienen muchas funciones. Están compuestas de agua y
sal que sirven para lubricar, limpiar la córnea y oxigenar el ojo, sirven para
proteger los ojos de agentes externos, pues contienen lisozima, que es un
antimicrobiano.
Llorar es
gestionar y permitirnos ser vulnerables. No hay error más grande que querer
estar en guardia todo el tiempo. Estoy segura de que todos conocen a esa
personita que siempre quiere estar a la defensiva y a la que según ella, nadie
ni nada le afecta, bueno pues esos son los más dañados, los que más necesitan
trabajar sobre ellos mismos y reconocerse. Le recomiendo que no sume a ese
grupo, no se convierta en uno de ellos. El cuerpo y la mente necesita
equilibrio. En Japón existen los “Clubs de Llanto”, porque entienden que las
personas a través de este acto pueden ordenar mejor sus pensamientos y
comprender que es importante.
A todos nos
encanta reír, y este es otro proceso catalizador, pues de la misma manera, el
llanto, nos lleva a navegar por mares importantes. Es por ello, que reprimirlo
es un grave error, que nos podría costar incluso problemas de salud, uno de los
órganos más afectados es la piel. Además, el reprimir las lágrimas provoca
ansiedad y agresividad.
Y para terminar:
llorar le hará más fuerte. Atrévase, se sentirá aliviado. Si tiene que hacerlo
muchas veces, hágalo, todos tenemos diferentes dosificaciones. Y éstas tampoco
tienen nada que ver con la valentía. Olvide los complejos. Escuche solo a sus
propios sentimientos y a su cuerpo. Desbloque los tabús y viva feliz, pues
aunque no lo crea, llorar lo acerca a la felicidad, no hacerlo hace todo lo
contrario.
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