Por: Ed. Dr. Claudia Viveros
Lorenzo
Qué triste es ver que todavía
existen mujeres con miedo a romper el molde. Que temen al qué dirán y que se
auto regulan con tal de poder encajar en esta bendita sociedad que sigue
impregnada de patriarcado.
Los “debería” siguen a la orden del
día para la mayoría de las mujeres: deberías tener un hijo, deberías casarte y
formar una familia, deberías bajarle a tu búsqueda de desarrollo e
independencia porque si no, te vas a quedar sola, deberías darle su lugar a tu
compañero no lo hagas sentir indefenso, que él crea que lleva el mando,
deberías hacer ejercicio y mantenerte delgada y hermosa porque si no nadie se
fijará en ti, deberías aprender a cocinar y a llevar la casa como debe ser,
deberías, deberías, deberías. Porque hay que cumplir con las enmiendas del
género. Le pongo un ejemplo muy fácil: ¿quién debe cuidar a un bebè? Obviamente
pensó en la madre, pero, ¿de verdad solo ella puede?, ¿el padre es tan inútil
que no puede? ¿La mujeres estamos sentenciadas a perder años de nuestra vida
laboral por tener que quedarse a criar, porque debemos cumplir con el instinto?
Ja! Le puedo contar que alguien por ahí hace poco me debatió que ese es nuestro
lugar y que no se podía cambiar ya que desde el principio de la especie, hemos
sido “mercancía” (así literal nos describió) recolectoras, que deben quedarse a
retener y a ser protegidas por el macho protector y proveedor. Oh sí, aunque
usted no lo crea (ni yo) todavía hay gente con ese tipo de posturas.
Pero si el molde se rompe, las que
nos atrevemos nos volvemos monstruos. Si brujas. Pesadillas. Ovejas negras. Los
lunares de las familias. Simplemente por no querer seguir los patrones. Por no
concebirlos como marca la regla. Por no querer vivir atrapadas en matrimonios
infelices, en relaciones violentas, en maternidades no deseadas, en jaulas de
oro obsoletas que sólo traen vidas depresivas. Cuando rompemos el molde se nos
tacha hasta de soberbias. Y ojo, mucho ojo, mis palabras no deben ser
confundidas, porque muchos, y por desgracia muchas también, se confunden y
cuando se les habla de libertad cree que se esta hablando de libertinaje, y ah
que bendita palabrita tan conveniente para el patriarcado, porque todo lo que
no les conviene se incluye en ese concepto y entonces a nuestro género se nos
coloca en una línea muy delgada donde se puede tener un desequilibrio emocional
fuerte al no saber qué sí y qué no. Pero aquí lo importante es saber que la
preguntas no caben. Los que si, es el derecho al desarrollo, a la libertad de
consciencia y cuerpo, con responsabilidad, y dentro de esa responsabilidad está
el desarrollo continuo, la educación sin freno, la independencia económica,
moral, y social. Fácil no es, pero tampoco es imposible.
Las nuevas generaciones están empujando
fuerte, pero no podemos ni un poquito aflojar. Por que la violencia persiste,
los abusos siguen legitimados y no hay de otra más que seguir luchando.
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