Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
Se habla de la
educación a distancia y del uso de las nuevas tecnologías, pero la realidad es,
que la mayoría de los profesores, se han dedicado a hacer videoconferencias a
través de plataformas que les permiten la transmisión en vivo de sus clases,
las cuales a toda costa quieren meter a través de la pantalla creyendo hacer
sentir a los alumnos como si estuvieran dentro del aula.
Las concepciones del e
– learning están a años luz de ser usadas, no hay una estructuración real de lo
que esto significa y la revolución pandémica ha hecho que la mayoría siga en el
intento, solo eso, un intento de entender incluso apenas, lo que es una clase
virtual, una clase a distancia y la construcción de lo que sí es realmente el e
– learning.
Y no, no me voy a poner
a describirlo en esta ocasión, al contrario, lo que le pido es que se involucre
y se interese por el tema, porque nos atañe a todos y si no nos subimos al tren
del presente estaremos quedando fuera. Lo que sí quiero recalcar esta ocasión
es el exceso del uso de plataformas como zoom o meet, las cuales las hemos
convertido en herramienta casi única para generar llevar a cabo el mentado
aprendizaje en línea.
Esta nueva etapa de la
educación no ha hecho evidente que la tecnología es una herramienta que nos
ayuda, pero que no sustituye y bien utilizada si funciona, pero no debemos caer
en excesos.
Debemos entablar
conexiones, pero abusar de sesiones en línea que obligan al alumno a una
asistencia en jornadas de más de seis horas lo convierte en un infiernillo frío
y triste. Porque es una realidad, que los maestros se tienen que enfrentar
diariamente a sesiones con cámaras apagadas donde entabla muchas veces
soliloquios que pueden mermar hasta al más sano emocionalmente. Los integrantes
del universo que se conforma el aula, deben interactuar cara a cara,
retroalimentándose y construyendo en conjunto.
No se puede convertir una clase presencial
en una clase virtual. Es muy aburrido. El profesor se ha quedado muy sólo
frente a la pantalla facilitando información. Y aquí entra otro de los grandes
errores que escucho con frecuencia: “la clase no es divertida”. Y no señores la
clase no tiene que ser divertida, pero sí interesante. Hacer uso prolongado de
la video conferencia, deja alumnos fatigados, con dolor de cabeza, espalda y
ojos, y emocionalmente apagados.
Los teóricos están proponiendo
dos o tres sesiones de máximo cuarenta minutos por día. Esto es importante
considerarlo, dejemos atrás las posiciones tradicionalistas. Miremos al futuro.
Necesitamos enfocarnos en experiencias asincrónicas, donde el alumno pueda ir a su propio ritmo y donde concienticemos que en la experiencia los únicos protagonistas son ellos, buscando experiencias de construcción propia, enseñar haciendo. Un alumno agotado no puede aprender.
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