Por: Alfredo Pachas
A
menudo suele escucharse que: … “ser periodista es alucinante, dejar que la
adrenalina corra, vivir el día a día, estar en el sitio exacto donde los hechos
más notorios ocurren, es emo-cionante, es tener contacto humano, en suma, es lo
mejor de todos los oficios…pero también la más vil de las profesiones…”. En
cierta forma es verdad, porque el periodismo también tiene su “puerta
giratoria” como en toda profesión. Como en el chiste de los contadores en que
el dueño de la Cía le pregunta. - al final de la entrevista. - al aspirante al
cargo contable: ¿Cuánto es 4+6? Depende le responde. ¿Cómo que depende?, le
replica el gerente, bueno si Ud. quiere lo “maquillo” y le pongo 12 o 14, ¡cómo
usted desee! de Ud. es el puesto, sentenció el dueño de la empresa. O el
abogado que “juega” al empate y cobra a 2 “cachetes”, al demandante y al
demandado. El periodismo no es ajeno a las igualas ya que por culpa de algunos
indeseables hombres de prensa es que suele oírse la famosa frase: “solo hay una
cosa mala en el periodismo: ¡los periodistas! Desde luego que no todos actúan
deshonestamente. Historias varias existen como cuando el dueño de un periódico
en Utah (EEUU) Paul Hunstman, su reportero le solicitó dinero para financiar
una investigación sobre abusos sexuales en una Universidad que era propiedad de
los mormones del cuál Hunstman era presidente y principal benefactor. Sabiendo
que dicha investigación afectaría la imagen de la iglesia mormona y a las
autoridades de la universidad del cual también era principal accionista. No lo
pensó dos veces respaldó a sus periodistas y financió la investigación. Antes
de macular la profesión primó lo ético. En contraparte se cuenta la historia
del periodista mexicano que a pesar de ser un brillante reportero también era
dueño de una personalidad soberbia que cuando le pedían que escribiera sobre un
tema preguntaba sin medias tintas ¿A Favor o en contra? En sus crónicas encomiaba
o liquidaba a un político o a una autoridad según el precio de la iguala. O
también como ocurrió. - hace muchos años.
- en que un periodista chinchano intentó chantajear a un conocido distribuidor
de bebidas por no publicar la foto de una botella que en su interior contenía
un roedor. Felizmente también abundan recuerdos e imágenes de buenos y
valientes hombres de prensa como aquellos periodistas que en pos de la noticia
y en la época más dura del terrorismo fueron masacrados en Uchuraccay. El caso
de Hildebrant, cuando Genaro Delgado dueño de la televisora. - en ese momento.
- más poderosa quiso acallarlo en un programa en vivo, aquél periodista ante millones
de televidentes se le enfrentó, le dijo sus verdades, renunció, se fue del set
y dejó con la palabra en la boca a su hijo que quiso defender al brodcaster,
loas también para aquellos valientes periodistas que siguieron la pista y descubrieron
los asesinatos de los estudiantes de la Cantuta. Sin duda que el periodismo
representa el “cuarto poder”, sin ellos no podríamos enterarnos de lo
maloliente de la política, de los abusos del poder, de la corruptela, de las
crónicas rojas, de historias maravillosas y de tantos otros temas relevantes.
El ser periodista implica un riesgo, no es tan fácil hacer preguntas incómodas
a los poderosos. Existen, desde luego, entrevistas peligrosas como cuando el
escritor y periodista Alex Haley entrevistó al neo-nazi George Lincoln, éste
puso su pistola encima de su escritorio o como cuando un re-portero
estadounidense entrevistó a Pinochet y le echaron la culpa porque días después
el dictador chileno fue apresado por el juez Garzón. Que estas líneas sean de
reflexión y homenaje a todos los periodistas en su día por su sacrificada y
riesgosa labor, a los periodistas de antaño como Eucadio Gutierrez, Miguel
Ortiz Tipacti, Miguel Villar a los vigentes como Córdova Pecho, Adolfo
Peschiera y a tantos otros hombres de prensa, cuyos nombres, la mente
traiciona. Una deferencia especial a los periodistas del diario Verdad del
Pueblo decano de la prensa local. ¡FELIZ
DIA DEL PERIODISTA!
Chincha,1 de octubre 2020
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