Por
Oscar Velit Bailetti
Mi padre era un arameo errante, y bajó a Egipto y residió allí
siendo unos pocos hombres, pero se hizo una nación grande, fuerte y numerosa.
Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron dura
servidumbre. Nosotros clamamos a Yahvé, Dios de nuestros padres, y Yahvé
escuchó nuestra voz; vio nuestra miseria, nuestras penalidades y nuestra
opresión. Y Yahvé nos sacó de Egipto, con mano fuerte y brazo extendido, con
gran terror, con señales y con prodigios; y nos trajo a este lugar y nos dio
esta tierra, una tierra que mana leche y miel.
En el salmo 105 se une con la promesa a los patriarcas: Él se
acuerda siempre de su alianza, palabra que impuso a mil generaciones, de
aquello que pactó con Abraham, y el juramento que hizo con Isaac… Continúa en
el versículo 26: Envió a Moisés su siervo, y a Aarón su elegido, que ejecutaron
signos en Egipto y prodigios en el país de Cam. Y al final, en el versículo 42:
Recordando su palabra sagrada dada a Abraham su servidor, sacó a su pueblo con
alborozo, a los elegidos en medio del júbilo. Fíjense que aquí aparece la
liberación de Egipto como la realización de una promesa -alianza es la palabra
que utiliza- que se ha realizado en los patriarcas. Esta alianza que se hace
con los patriarcas, es una promesa incondicional que hace Yahvé y se cumple con
la liberación de Egipto. La alianza del Sinaí va a ser también iniciativa de
Yahvé, pero va a suponer unos deberes recíprocos por parte del pueblo que debe
cumplirlos. Dios se presenta así: Y sepan que yo soy Yahvé, su Dios, el que los
liberó de la servidumbre de Egipto. En el Decálogo, Yahvé se antepone como el
legislador con autoridad: Yo soy Yahvé, tu Dios, yo te saqué de Egipto, de la
esclavitud, no tendrás otros dioses fuera de mí… y va desgranando el resto de
los mandamientos.
¿Lo que está aconteciendo hoy podrá relacionarse o compararse? -
Quien es el artífice o los artífices de ésta pandemia, (COVID 19); existen
muchas conjeturas y hasta se menciona nombres y/o entidades comprometidas con
algunos gobernantes. No puedo afirmar ni deducir nada.
“Lo que podríamos llamar es la salvación exódico-liberadora, es una
estructura abierta, significativa con la que se van interpretando otras
intervenciones de Dios en la historia. El judío es un pueblo que cultiva
particularmente la memoria, recordar, rememorar… el éxodo, pero se recuerda
siempre en función del presente; el pueblo de Israel recuerda para actualizar,
para reinterpretar, para entender lo que le está sucediendo en el presente”.
Para entender la propia historia de nuestros días; lo que creemos no es,
simplemente, lo que Dios habló, sino que Dios sigue hablando, sigue actuando en
la historia en la que vivimos.
Tres meses después de salir de
Egipto, los israelitas llegaron al monte Sinaí conducidos por Moisés. Desde la
cima del monte, Dios llamó a Moisés y le dijo: –Yo soy Yahvé, tu Dios, que te
sacó de Egipto y te liberó de la esclavitud. No tendrás más dioses que yo. No
harás ídolos ni te postrarás ante ellos. Baja y di esto a tu pueblo. Regresa
después a este monte y te daré dos losas de piedra con los preceptos que tu
pueblo habrá de cumplir. Moisés volvió al poblado de los israelitas, convocó a
su pueblo y le expuso lo que había ordenado el Señor. Todo el pueblo respondió
a una: –Haremos todo cuanto ha dicho Yahvé. Moisés ordenó a los jóvenes que
hicieran penitencia y regresó a la cumbre del monte Sinaí, donde permaneció
durante cuarenta días. Impacientados por la tardanza de Moisés, los israelitas
acudieron ante Aarón: –Moisés ha desaparecido –le dijeron–, y Yahvé no da
muestras de existencia. Queremos un nuevo Dios que reemplace al antiguo. Un Dios en torno al cual podamos beber y danzar. Aarón meditó cómo
podía crear el Dios que todos le solicitaban y respondió: –Id por el poblado,
recoged todas las joyas que encontréis y traédme-las. Los israelitas reunieron
entonces una montaña de objetos de oro. Aarón mandó fundirlos y hacer con ellos
una escultura en forma de becerro. La puso sobre un altar y proclamó: –Este es
el Dios de Israel. ¡A él adoraremos! Al día siguiente, organizó una gran fiesta
en torno al ídolo de oro y los israelitas acudieron a ofrecerle sacrificios,
mientras bebían y bailaban. Al ver esto, Yahvé dijo a Moisés: –¡Tu pueblo se ha
pervertido! Ha olvidado la promesa que hizo a su Dios. Durante tu ausencia, ha
construido un becerro de oro, se postra ante él, le ofrece sacrificios y
proclama: «Este es nuestro Dios, el que nos sacó de Egipto». ¡Mi ira se
desencadenará sobre todos ellos hasta aniquilarlos! –
Vuelvo al título que le he puesto a éste
artículo. Muchos estamos sufriendo, se
están muriendo nuestros amigos, nuestros parientes, nuestros conocidos. No
se respeta la cuarentena. Falta de solidaridad, otros lo ven un negocio. Pocos
son los que oran y claman a Dios que nos libre se esta pandemia. Tenemos que
ver nuestra realidad no se asegura una solución científica ni de autoridades a
corto o mediano plazo. Por las redes sociales se intercambian una serie de
rogativas y plegarias. Tenemos que orar con
alma, corazón y vida. Doblar nuestras rodillas y confiar en el Señor.
Pero cuál es tu compromiso. Tenemos que cambiar, ser obedientes a
la Ley de Dios, tener un propósito de enmienda. Pero todos, porque todos, como
hijos de Dios la estamos viviendo. El Señor nuestro Dios,
Arcángeles, ángeles, querubines, serafines, santos y mártires, pueden sacarnos
de ésta. La Virgen María nos pide que oremos, que roguemos a Dios. Pero no, es
notorio un compromiso masivo, algunos intercambian ideas que cuando se salga de
ésta lo festejarán a lo grande, harán su parrillada, cerraran calles, harán
caminatas, y caravanas de autos como si hubiésemos ganado el mundial de futbol.
Harán campamentos en la playa. (Alcohol, droga, prostitución).
O sea, ofenderemos a nuestro creador. Y dejaremos la ciudad, los
ríos, el mar peor aún de lo que estaba. No hay promesas de hacer sacrificios
expiatorios por nuestras faltas y pecados. Compromiso de hacer vigilias con
velas, cirios, flores en nuestras Iglesias. Visitas a los sagrarios donde está
solo Dios esperándonos. Tenemos que cambiar, renovarnos, ser verdaderos hijos
de Dios.
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