Por: Oscar Velit Bailetti.-
Especialista en Seguridad Ciudadana
Como hemos visto, el abuso sexual infantil no es un fenómeno
reciente, aunque sí es cierto que en los últimos años se están registrando
algunas tendencias novedosas. Existen, por ejemplo, indicios de un incremento
de los abusos cometidos por jóvenes y adolescentes. Algunas investigaciones afirman
que el 20 por ciento de las violaciones son realizadas por menores de edad.
Éste es un dato relevante que no ha de pasar desapercibido puesto que las
posibilidades de rehabilitación con este tipo de agresores son mucho mayores,
así como los recursos institucionales disponibles para ello. El abuso sexual
infantil es una cuestión raramente tratada con toda la veracidad posible. Se
trata de sucesos secretos.
Alrededor de 500 niños violados van durante este año
2020, según datos que se manejan,
cuantos más serán que no se han denunciado.
De cualquier modo, los datos de los que se dispone son
sólo una pequeña parte de los casos que realmente ocurren y ello es así por las
características propias del abuso: Muchos casos
se producen dentro de la familia. Es una
cuestión referente a la sexualidad del individuo, sobre la que se mantiene el
secreto, el miedo y las falsas creencias. Los niños
pequeños no tienen autonomía para denunciarlo.
Existe miedo en muchos profesionales y ciudadanos a las
implicaciones que puede originar la denuncia. Hay un gran
desconocimiento del tema, de sus diferentes manifestaciones, así como de las
situaciones de riesgo que pueden favorecer los abusos sexuales....
Los abusos sexuales a menores son, por lo tanto,
más frecuentes de lo que generalmente se piensa, aunque es necesario precisar
que en estos porcentajes se incluyen desde conductas sexuales sin contacto
físico (por ejemplo, el exhibicionismo) hasta conductas más íntimas como el
coito anal o vaginal. Así, uno de cada cuatro casos de abusos sexuales infantiles
consiste en conductas muy íntimas y exigentes, como el coito vaginal o anal, el
sexo oral y la masturbación. Las cifras en este tipo de estudios vienen
determinadas por distintos factores: La
amplitud de la definición empleada de abuso sexual. Las
tipologías incluidas. Las bases de datos:
¿Casos conocidos, denunciados, detectados? Muchas de estas investigaciones
utilizan para su muestra de estudio sólo casos denunciados, que suponen un
porcentaje mínimo de los casos de abuso sexual. En otras, no se especifica si
los datos se refieren a casos detectados, aunque no denunciados, a casos conocidos,
aunque no evaluados, etc... Esto hace que muchas veces se trabaje con
estimaciones de las cifras de incidencia. Por ello, una de las demandas de los
profesionales del campo más extendida es la necesidad de unificar estadísticas.
Los estudios desarrollados sobre abuso sexual infantil han seguido
fundamentalmente tres metodologías:
1. Estudios retrospectivos, en los que se pregunta a
los adultos sobre si sufrieron abuso sexual en la infancia. 2. Estudios sobre
casos ya detectados por servicios sociales, y las denuncias presentadas sobre
éstos. 3. Estudios sobre casos detectados en programas de tratamiento. Estas
metodologías conllevan una limitación de acceso a los datos reales, pero
constituyen, por ahora, el único modo válido de acceso a los mismos. Respecto al niño o niña víctima de abuso
sexual, debemos destacar, una vez más, el componente de género. Los estudios
prueban que se abusa más severamente y con mayor violencia en el caso de las niñas,
además de que la edad de inicio del abuso también es menor en su caso. La edad
de máxima incidencia de casos de abuso, tanto en niñas como en niños, suele ser
de los 6 a los 12 años. Debemos destacar igualmente la prevalencia mayor del
abuso sexual infantil entre los niños con discapacidad física o psíquica. Un
niño con este tipo de características tiene tres veces más de probabilidades de
sufrir un abuso sexual que cualquier otro niño.
El 54 por ciento de las personas
consultadas cree que el abuso sexual es muy frecuente o bastante
frecuente. El 97, 1 por ciento de las personas cree que es
un problema muy grave.
El 82,5 por ciento
de las personas se muestra dispuestas a denunciar un caso de maltrato infantil
pero, sin embargo, del 21,8 por ciento de personas que admite conocer un caso
de maltrato, el 73 por ciento de éstos reconoce no haberlo denunciado.
En cuanto a las motivaciones que llevan a la violencia
doméstica contra mujeres y niños, el abuso de drogas y alcohol, los problemas
psicológicos y mentales y el haber sufrido malos tratos físicos o abuso sexual
constituyen los motivos más relevantes.
Estas informaciones nos dan idea de dos cosas
importantes. En primer lugar, la actitud social hacia la denuncia es favorable,
pero cuando llega el caso concreto los miedos y dudas pueden más y las personas
se inhiben a la hora de poner en conocimiento la sospecha. En segundo lugar, se sigue considerando el abuso sexual infantil
como una patología, es decir, la sociedad
sigue creyendo que el adulto que abusa de un niño lo hace porque es un enfermo
y que, además, se produce en contextos marginales, afirmación que, como ya se
ha mencionado anteriormente, es muy
diferente de la realidad.
El marco ecológico integra los contextos de desarrollo
del niño (microsistema, macrosistema y exosistemas) estructurando los factores
que intervienen en la etiología del maltrato:
Desarrollo del
individuo. El desarrollo de la persona es evolutivo, gradual y basado en la
interacción con los demás. Desde ahí, la experiencia previa que los padres
traen de su propia vida a la hora de abordar la paternidad va a condicionar el
desarrollo del niño, al igual que cualquier lesión o discapacidad que tenga.
Microsistema.
Es el entorno más cercano al niño, en el que desenvuelve su vida diaria y con
el que está en contacto permanente, además de quien depende. El núcleo
socializador prioritario en este nivel es la familia e influyen factores como
la composición de ésta, el ajuste marital o las características del niño.
Exosistema.
Está compuesto por los sistemas sociales que rodean al sistema familiar (es-
cuela, trabajo, vecindario, amistades, etc...) cuyos
valores y creencias configuran los del niño, puesto que limitan o enriquecen
sus propias vivencias y configuran un mundo relacional.
Macrosistema.
Son los valores de la cultura en la que se desarrolla el individuo. En la
crianza de los niños influyen los conceptos sobre la paternidad y los roles de
género, la concepción de los derechos de la infancia, etc. Todos estos valores
configuran a su vez el enfoque de la vida individual, por ejemplo, a través de
los medios de comunicación.
Estos sistemas relacionales interactúan constantemente,
creando una serie de circunstancias o factores que producen un riesgo o una
protección real frente al maltrato infantil, en cualquiera de sus formas. Entre
los factores de riesgo, existen algunos especialmente relevantes:
Discapacidad psíquica grave de uno o ambos
padres. Consumo de alcohol o drogas de uno o ambos padres. Historia de maltrato previa en uno o ambos
padres. Falta de establecimiento del vínculo o deficientes
relaciones afectivas entre los padres y el niño. Falta de red de
apoyo psicosocial, aislamiento social de la familia. Problemas de desarmonía y ruptura familiar. Desempleo o pobreza. Falta de
reconocimiento de los derechos del niño como persona. Aceptación social de pautas como el castigo físico.
Entre los factores de compensación o protectores se destacan
los siguientes:
Historia de vinculación afectiva de los propios padres
o reconocimiento y elaboración de la historia, en caso de ser negativa. Existencia de una red de apoyo psicosocial. Seguridad económica. Armonía y apoyo de la pareja en la crianza. Integración social de la familia y del niño con sus
iguales.
Todos estos factores interactúan permanentemente
creando una estructura relacional constante, en la que las personas nos
desenvolvemos. Es importante conservar esta perspectiva para evaluar cada caso
individualmente y entender que las circunstancias vitales de cada persona
definen sus posibilidades, no sólo sus limitaciones.
(ESTOS PUNTOS DEBERIAN
SER TRATADOS EN TODAS LAS JUNTAS VECINALES, Y EN LOS COLEGIOS PUBLICOS Y
PRIVADOS
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