sábado, 29 de febrero de 2020

Aciertos y dudas del Plan de Seguridad Ciudadana



                           Por: Oscar Velit Bailetti.- Especialista en Seguridad Ciudadana
De manera inevitable la aparición de nuevos planes dirigidos a reducir el delito son recibidos con escepticismo por el público, donde en una reunión sostenida con todas las autoridades que conforman el COPROSEC Y CODISEC, determina que estos planes es consecuencia de que los anteriores no funcionaban.
A partir de 2004 se lanzan la Política Nacional de Seguridad Ciudadana y, posteriormente, la Estrategia Nacional de Seguridad Pública, que constituyen avances importantes en la materia puesto que establecen metas numéricas a alcanzar, articulan nuevos programas y dan impulso a programas de prevención y reinserción inexistentes hasta ese entonces, aunque de escasa cobertura. Y estos se han ido dando cumplimiento con información de avance ambigua. Y no notoria por el ciudadano.
El nuevo Plan dado a conocer por el Gobierno Local que preside el COPROSEC Y CODISEC constituye sin duda una propuesta ambiciosa y bien pensada, la que articula propuestas de programas diversos en el ámbito de la prevención, la sanción y la reinserción, para cuyo adecuado desarrollo, enfatiza, se promoverá un adecuado análisis de la información, el diseño de indicadores pertinentes y la profesionalización de quienes los ejecutan, al contar con nuevas unidades la Policía Nacional del Perú en Chincha. Propuesta difícil de digerir por la población, pues ha perdido su confianza con ésta. Y que solo se hace notoria cuando hay cambio de comando. “escobita nueva barre bien”.
Se agradece, para empezar, que el documento comience por un sobrio diagnóstico de la situación actual, que lejos de enunciar “que estamos a merced de los delincuentes”, indica que la victimización se centra fundamentalmente en delitos contra la propiedad, robos de vehículos (bajo la modalidad de extorción), comercialización de drogas, sicariato y extorción, invasión de las vías públicas, caos vehicular.
El Plan busca mejorar programas ya existentes, como el “24 horas”, o perfeccionar intervenciones realizadas en el pasado como el “Barrio Seguro”,( donde ya no se ve vigilancia policial), pero adicionalmente propone crear nuevas instituciones a cargo del análisis del crimen como el Centro Estratégico del Análisis del Delito, o una Agencia de Control de Medidas Cautelares.
Asimismo, se anuncia que la Policía Nacional encabezará la lucha en contra de la droga. También indica que los nuevos programas serán evaluados y que habrá un fuerte énfasis en producir conocimiento útil respecto a las intervenciones exitosas. También se habla de la participación con conformación de nuevas Juntas Vecinales. (la que hasta ahora solo han sido decorativas).
Naturalmente el camino se prueba andando y es la experiencia la que nos dirá si `estas propuestas efectivamente funcionan, y si la estructura, rutinas y orientaciones de la administración pública responden a los ambiciosos planes propuestos.
A nivel del Plan, algunas dudas: participación más decidida de  serenazgo, cuando la ley les ha mutilado su participación que era más efectiva contra la delincuencia. La segunda se refiere a la crisis del sistema carcelario. Los niveles de sobrepoblación actuales condenan, buena parte de los planes de reinserción a la irrelevancia, por falta de espacio adecuado para realizar programas intramuros y ello requiere de propuestas en materia de penas y medidas alternativas y de beneficios penitenciarios más audaces que los que se contemplan aquí.
Algunas de las medidas propuestas, como el incremento de penas para el robo por sorpresa y el aumento de dotación policial podrían aumentar el flujo de población a las cárceles. La experiencia internacional demuestra que la cárcel es efectiva para los delitos más graves, pero no lo es para los menores que pueden ser castigados mediante penas alternativas. Que no solo vayan a firmar los libros todos los meses sino de que hagan trabajos en beneficio de la sociedad.
Otra observación se refiere a que el Plan debe poner más efectividad en el tema de ejecución de programas preventivos a nivel local. (Se observa a la policía en horario nocturno, pero no patrullando, sino dirigiendo el tránsito, compitiendo con los semáforos.
Por cierto, que la focalización de la inseguridad que se vive, y la falta de información del uso de los recursos que se presupuestan, hecha de esta manera, había sido objeto de diversas críticas debido a problemas administrativos en la rendición de los fondos por parte de algunos municipios y de continuidad de los proyectos, los que se financiaban sólo por un año. Sin embargo, tenía un aspecto positivo, consistente en entregar capacidades y elementos a los municipios para decidir cuáles eran sus problemas prioritarios en materia de seguridad y cómo los solucionaban. (Ahora tienen que cumplir metas que datan de muchos años, siendo siempre las mismas).
Esa modalidad de entrega de fondos se finaliza aduciendo que no tenía impacto, pero se citan al respecto estudios antiguos y en algún caso poco pertinentes. Se pondrá énfasis de ahora en adelante en la intervención en barrios. El nuevo programa, Barrios en Paz, no parece favorecer especialmente a los municipios más pobres, como el anterior. (no cuentan con Policía comunitario) Por otra parte, al focalizar la acción en lugares, fatalmente se terminará privilegiando el control policial y la puesta en práctica de intervenciones ambientales por sobre otros programas preventivos.
Existen, por cierto, muchos ejemplos de intervenciones localizadas a nivel territorial que tienen éxito. Pero también son muchas las que erradican la venta de drogas en público hacia la venta menos pública y las que desplazan el delito hacia otros barrios. Sería deseable que en materia de intervención en barrios se aproveche la experiencia y conocimientos que existen respecto de intervenciones anteriores.

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