lunes, 16 de septiembre de 2019

APUNTES MONOGRÁFICOS DE CHINCHA Por Juan Manuel Medina Cañas



LOS SOCAVONES DE HIJAYA
Cuando se efectuaron los primeros estudios e investigaciones en el sector denominado Hijaya, mucho antes de la invasión de los ganaderos chavineros a la mencionada zona, se hallaron una serie de restos arqueológicos que asombraron a propios y extraños.
En el primer término al visitar al famoso promontorio, a simple vista se notó en la parte oeste del mismo, la presencia de inmensos guarangales, en la parte sur sobresalía un cerro que producía una sustancia oleaginosa muy parecida al jabón casero, en la parte alta y plana corrían algunas venas de azogue.
Los guarangales servían de escondrijos de zorros, condorillos, lagartijas, culebras y de las famosas palomas llamadas cuculí.
El cerro del jabón era muy mentado en épocas pretéritas por cuanto mucha gente acudía a dicho lugar porque dicho producto le servía para el lavado de sus vestimentas y de los utensilios de cocina. Asimismo en la parte baja del lado sur abundaban los pepinales de cascara amarillo muy diferentes a los pepinos españoles.
Pero lo que más llamó la atención fue el hallazgo de innumerables socavones construidos en las vertientes del aludido promontorio, los mismos que estaban diseñados expresamente en forma oblicua, vale decir para observar todo el horizonte, unos más grandes que otros, en su interior se notaban vestigios de juncos, totoras y ramas secas que le daban un aspecto de aposento; también alrededor de los mismos se apreciaban incontables sepulturas. Sacando uno, sus propias conclusiones y teniendo en cuenta que en tiempos remotos abundaba el agua dulce de dicho sector, por la presencia de manantiales a flor de tierra de comestibles como el camote, la yuca, el zapallo y otros, entendemos que en el mencionado lugar hubo vida humana desde épocas inmemoriales.
Se presume que estos socavones, los Prechinchas se guarecían de los embates de la naturaleza, tales como la lluvia o el fuerte calor y además como es de amplio conocimiento que los aborígenes llevaban una vida sedentaria, que se alimentaban de los que prodigaba la tierra madre entonces es muy posible que habitaran en esta zona.
Transcurrido el tiempo, malos agricultores con el fin de ganar nuevos terrenos de cultivo, destruyeron por completo los guarangales y los socavones que aún quedan, sirven para silos o letrinas públicas.
Cabe recordar a los lectores, que la exquisita agua dulce que consumían los chinchanos de antaño, precisamente provenía de los ricos manantiales de Hijaya y que era trasladada a la ciudad por los aguateros o aguadores.
Por eso hay que tomar las providencias del caso, a fin de que no se siga destruyendo los multicitados socavones, ni sean saqueadas las sepulturas que hasta ahora existen en el famoso promontorio de Hjaya.

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