martes, 13 de noviembre de 2018

Párroco Marco Martínez: “Ellos [la Hermandad], reclaman una tradición de fiesta, de bailes, de castillos, quieren hacer creer que la tradición cristiana del Señor de los Milagros, tiene que ser cuetes, castillos, borracheras, alcohol, bailes”



Las versiones del Párroco Marcos Martínez de la Parroquia Santo Domingo de Guzmán, en torno a su opinión personal, respecto a los hechos sucedidos en el Distrito de Sunampe, son claras y precisas, las que fueron dadas a conocer a tra-vés de nuestro medio en una entrevista que iniciamos ayer.
Refiere el P. Marco Martínez, que: “respecto pues a lo que ellos reclaman, ellos dicen que están defendiendo una tradición, una tradición de la fiesta del Señor de los Milagros, que es una tradición de 50 años; tendríamos que entender qué es tradición primero, la tradición nos identifica, la tradición nos une, la tradición es cultura, y por lo que veo, ellos reclaman una tradición de fiesta, una tradición de orquesta, una tradición de bailes, una tradición de castillos, una tradición de licor, y que tiene como consecuencias muchas veces una borrachera; eso no es tradición, eso no es cultura, eso no une, eso no nos edifica, eso por el contrario nos hace perder nuestra identidad cristiana, cómo podemos pretender creer o hacer creer que la tradición cristiana del Señor de los Milagros, tiene que ser cuetes, castillos, borracheras, alcohol, bailes; cómo pretendemos que sea tradición, eso no es tradición, y es más, ellos defienden una tradición de 50 años, y el párroco, el padre Armando, es-tá defendiendo una tradición de más de 2 mil años, que es una tradición de Cristo, de la Iglesia Católica, de la enseñanza, de la vida cristiana; un papá en su casa ve que el hijo o los hijos están actuando mal, tienen que corregir, el párroco, el sacerdote, es el padre es el responsable, el pastor de la Fe, entonces el padre en criterio cristiano, con las normas de la Iglesia, con las disposiciones, el párroco tiene que llamar la atención, cuando debe de llamar la atención, corregir cuando debe corregir, y si él ha visto conveniente corregir las actitudes de esta Hermandad, pues hay que ser humildes también para aceptar las correcciones, para reconocer nuestras faltas, y decir nos hemos equivocado, entonces vamos a rectificar, pedir disculpas al pueblo, al párroco, a la Iglesia, y vamos a empezar con humildad, miremos la imagen del Señor de los Milagros, vemos a un Cristo humilde, a un Cristo obediente, un Cristo como dice la Sagrada Escritura, por la soberbia y la desobediencia entró el pecado en el mundo, y por la humildad y la obediencia, Cristo trajo la salvación; dice las Sagradas Escrituras, entonces el Señor de los Milagros, que es el  Cristo Crucificado, nos recuerda la humildad y la obediencia, y es un poquito incoherente que estos hermanos nuestros pertene-cientes a lo que era la Hermandad, porque ya el padre los ha destituido, ya no están como hermandad, por lo menos reconocida por la Parroquia, es incoherente que ellos cargando a un Cristo humilde, y obediente, signo de nuestra salvación, y del amor de Dios, ellos estén actuando con soberbia, y desobediencia; entonces dónde estamos, qué pretendemos recla-mar, con soberbia, con insultos, con gritos, qué pretendemos reclamar a un sacerdote, en este caso al párroco, con soberbia, ese no es el proceder de un cristiano; el proceder de un cristiano que se hermana con otro para formar, para seguir a Cristo, para cargar a Cristo, pues tiene que ser un proceder con humildad, con sencillez y obediencia, a quién estamos cargando, no estamos cargando al verdadero Cristo, estamos cargando un anda de madera, una pintura, pero que no representa a Cristo, sino está representando a lo que no es Cristo, que pena, tendríamos que ponernos a pensar cómo nos mira Dios desde el cielo, cómo nos mira el Señor de los Milagros desde el cielo, ¿querrá el Señor de los Milagros que un pueblo trate así a un sacerdote?, pensemos, ¿Dios está contento de  esta actitud del pueblo?, creo que no, porque no es la manera de proceder, entonces personalmente pienso que es una situación bastante triste, que tiene que rectificar la hermandad, recordemos que por la soberbia entró el pecado en el mundo, y por la soberbia la Iglesia se ha dividido, y por la soberbia muchos han caído en sectas, por la soberbia pues las cosas pue-den irnos mal también en nuestra vida personal, en nuestra vida familiar también, y yo, como pues humildemente pido como un cristiano a estos hermanos que pertenecen a esta agrupación del Señor de los Milagros, que reflexionen en su interior que no se dejen llevar por los caprichos personales, que no se dejen llevar por las instigaciones de otras personas, conozco a muchos de ellos, porque han venido aquí, entonces yo les invito a que reflexionen, en el interior de sus conciencias, donde Dios les habla, recapaciten y pues pidan perdón, no es de cobardes pedir perdón, es de valientes y veremos como estaremos tranquilos, con nuestra conciencia, cuando nos damos cuenta de nuestros errores, rectificamos y pedimos perdón, pienso que esto es lo que quiere el Señor de los Milagros, que el milagro de este Cristo Crucificado realmente sea que se apague esta, cólera y hasta a veces odio se miran en los reclamos de las personas, entonces no es el actuar de un cristiano, hay que respetar a las personas, respetar a su párroco, a su pastor, el jamás querrá un mal, él siempre querrá un bien para todos, hay que escucharle,  sabemos que él es un misionero, estamos sufriendo en la Iglesia de Sacerdotes, a veces no podemos, cubrir con todas las necesidades de las personas, sobre todo en las Eucaristías, y no podemos tratar mal a un sacerdote, que viene de lejos, dejando su país, su familia, sus costumbres, para poder evangelizar y dar testimonio de la vida cristiana, aquí en un pueblo de Chincha; Chincha no puede identificarse con esa actitud, Chincha es un pueblo cordial, no es un pueblo renegado, tenemos que tratar con respeto, solucionar los problemas con respeto, no  agrediendo a nadie, ni con amenazas, ni con nada, y otra cosita también  he escuchado ahí, “La voz del pueblo es la voz de Dios”, ¡un momento!,  la voz del pueblo es la voz de Dios cuando se busca un bien, no un capricho, la voz de Dios se nota en el pueblo creyente, en el pueblo practicante, en el pueblo comprometido con la Fe Cristiana, preguntémonos si todas esas personas que dicen que la voz del pueblo es la voz de Dios, van a Misa, confiesan, están casadas por la Iglesia, llevan una vida cristiana honesta, honrada, de fidelidad, una vida justa, alejada de la corrupción, preguntémonos, si esto es así, entonces es la voz de Dios, no nos atrevamos a decir que la voz del Pueblo es la voz de Dios cuando nosotros ni siquiera tenemos a Dios en el corazón”, refirió El Párroco Marco Martínez Ruiz de la Parroquia Santo Domingo de Guzmán.

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