Por:
Juan Manuel Medina Cañas
Cuántas veces
hemos criticado con claridad meridiana, que el indubitable periodismo se ha prostituido
en todos sus extremos con raras excepciones en lo que concierne a la nívea trayectoria
que debe seguir esta noble y sacrificada profesión, cuando sus genuinas
cualidades es educar, orientar e informar con veracidad a una ciudadanía, que
necesita por todas las vías que se solucione favorablemente la retahíla de
problemas que nos aquejan.
A raíz de estas próximas elecciones sean estas
regionales y municipales a dado origen a una probada guerra sucia entre los
hombres de prensa, sin percatarse que se está ajando la honra y la dignidad de
las personas a quienes se le deben tener por lo menos un límite de respeto.
Pero como en toda situación siempre existe un pero,
ahora esta actividad se ha metamorfeado en el más vil de
los oficios, por cuanto hasta se puede considerar que algunos propietarios de
medios de comunicación masiva que ilegalmente ejercen esta carrera son responsables
directos de esos individuos, que por el simple caso de tener un micrófono en la
mano se imaginan en su enana mentalidad que son los dueños de la verdad, cuando
la realidad es otra.
Es tiempo que los electores despierten de ese letargo,
tomando conciencia de que sus votos dirimirán el futuro de sufamilia y que no
se dejen llevar por las bajas pasiones y las demagogias baratas de muchos
aventureros politiqueros que con sus consabidas promesas pretenden encandilar
la mente de modestos ciudadanos.
A veces me pregunto porqué en estos contenidos
aparecen tantos postulantes que algunos de ellos no tienen el mínimo
conocimiento de lo que significa el manejo de la administración pública, ni
menos la función municipal y que a la vez se convierten en presas fáciles de
astutos funcionarios y de sagaces servidores que se frotan las manos por haber
hallado su mina de oro.
Muchos de estos candidatos ansían ocupar estos altos
cargos con el fin de enriquecerse ilícitamente y no ejecutar obras de gran
envergadura en provecho de la población y otros que tienen el descaro de
convertir los gobiernos en simples oficinas de empleo y de fomentar la burocracia
parasitaria entre sus allegados.
Y, más se nota que llevan en sus listas consejeros y
regidores a personas neófitas que solo sirven para levantar la mano y decir
“Chi Cheño” y esperar el fin de mes para cobrar sus dietas, sin haber efectuado
trabajos productivos.
Ante el estado de cosas que aludo, solo resta decir
que dejemos que solo el pueblo sepa elegir al mejor vecino y no se deje engañar
por tantos oportunistas.
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