El error garrafal que, cometen algunos candidatos,
cuando pretenden ostentar el cargo de burgomaestre, a nivel provincial como distrital,
es que siempre en sus respectivas listas para desempeñar el papel de regidores
a personas neófitas en la materia, que a su vez son presas apetecibles para los
corruptos funcionarios regionales y/o municipales, ya que desconocen por
completo las funciones que van a ejercer, vale decir que son entes que poco o
nada entienden sobre el delicado manejo de la administración pública.
Claro que para ser alcalde o concejal no se necesita,
necesariamente, ser graduado en un instituto o universidad, basta que sea un
conspicuo ciudadano que quiera trabajar honestamente por el bienestar de un
pueblo y solucionar favorablemente los múltiples problemas que lo aqueja.
A veces nos preguntamos, como es posible que estos pretendientes
al sillón consistorial se agencien de elementos de poca capacidad cultural y de
nula experiencia para estos menesteres; porque últimamente se está notando con
hasta preocupación que estos señores, si así puede llamárseles, solamente son
buenos para tres cosas, primero para levantar la mano en una sesión de concejo
y aprobar una noción cuestionada que en nada beneficia a una comunidad, segundo
para pronunciar esa manida frase de “Chi Cheño” que tras ello se esconden
intereses creados, tercero que asisten a una reunión para calentar los asientos
y esperar fin de mes para cobrar su dieta.
Porque a pesar de estas novedades, sabemos que algunos
munícipes ignoran las primordiales funciones que van a desempeñar y que en
muchos de los casos son utilizados para fines protervos; ya que conforme a ley
27972: todo regidor debe presentar normas sustanciales que favorezcan a la población,
así como formular pedidos fundamentos para que sean tomados en cuenta, no
apañar la burocracia parasitaria, no permitir la creación de oficinas
innecesarias, fiscalizar la realización de las obras exigiendo la exhibición de
carteles o rótulos que señales requisitos, tales como el nombre de la empresa
ganadora del evento, el monto acordado, la duración y la fecha de entrega de
las mismas.
Por eso y muchas cosas más, el perfil de un regidor debe
ser impoluto y objetivo, no estar de acuerdo con los burdos caprichos de un
alcalde que muchas veces cometen serias irregularidades en el desempeño de sus
funciones.
Ojalá, que en esta oportunidad, los candidatos a la
gobernación regional o alcaldías lleven a personas que tengan, por lo menos,
nociones preliminares de la Administración municipal y no sean frutos codiciados
de la corrupción o llevan a una sarta de asesores.
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