Por: Juan Manuel Medina Cañas
Indudablemente que la erradicación definitiva
del comercio ambulatorio, apostado en las veredas y aceras de las principales vías, adyacentes del Mercado
Abasto de la ciudad de Chincha Alta, ha merecido el más plausible reconocimiento
por parte de los tranquilos vecinos de esta localidad.
Claro que con esta acertada decisión del
actual burgomaestre de la comuna Chinchana,
que contó con el valioso apoyo de las distintas instituciones de esta
jurisdicción; se sentó un hito fidedigno de que los resultados salgan bien,
cuando se determina en forma unida y decidida por el desarrollo de un pueblo.
Así
termina una negra historia, que alcalde que más le convenían defender sus
propios intereses, que velar por el progreso de una comunidad permitieron que
los vendedores informales se apoderaran indiscriminadamente de las principales
calles, tales como Mariscal Oscar R. Benavides, Túpac Amaru, Arica, Callao
Mariscal Castilla Faustino Sánchez Carrión, Mariscal Sucre Nicolás de Piérola,
Caquetá, Chachapoyas, Andrés Razuri, Italia, Santos Nagaro, y aún la misma
plaza de Armas de la Capital de la cordialidad.
A raíz de esta imprescindible supresión, ha
quedado demostrado muchas cuestiones, entre ellas las ventas y traspasos, los
alquileres o arriendos de los puestos de ventas al mejor postor, por parte de
algunos malos comerciantes que efectuaban estas maniobras como si fueran de su
propiedad a espalda del municipio local, que muchas veces ignora estos procedimientos.
Acaso
no es cierto que estos negociantes estuvieron apostados en dicho lugar por casi
medio siglo perturbando de esta manera el tránsito peatonal como vehicular.
Acaso no es cierto que mucho de ellos actualmente sean propietarios de
prósperas tiendas comerciales en los alrededores.
Acaso
no es cierto, que algunos de ellos son amos de establecimiento prestigiosas
galerías comerciales ubicadas en lugares estratégicos.
Acaso
no es cierto que alguno de ellos sea dueño de envidiables viviendas ubicadas en
los mencionados lugares.
Por
eso se hizo necesario que el alcalde actual decidió dar fiel cumplimiento a una
ordenanza que tiene rango de ley, sentando el principio de autoridad para tales
fines.
Ante
tal estado de cosas, se siembra un presidente para que los astutos personajes
cuando pretendan ocupar el sillón consistorial piensen muy bien lo que van
hacer porque en muchas oportunidades en épocas electoreras, engatusan a los incautos
vecinos con promesa que nunca llegaran a cumplir.
Actualmente
hay tantos demagogos que cuando llegan a ocupar un alto cargo en la administración
pública más se dedican en amasar fortuna en vez de dar soluciones los múl-tiples
problemas que agobian al pueblo.
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