Esta variedad de ruidos molestos, que sobrepasan los decibeles
normales establecidos, cada día se viene acentuando mas y mas en la provincia
de Chincha.
Los puntos álgidos los podemos notar en cualquier calle de
esta zona, inclusive en calles donde hay recintos de actividades culturales y
por las cercanías de las parroquias, pero mayormente los podemos sentir en lugares
donde se han instalado semáforos.
En estos sitios de estacionamiento de vehículos por la fijación
de la luz roja del semáforo que dura cuestión de segundos, los conductores que
se colocan en “fila india” y muy atrás, al cambio de luz verde, inician a sonar
su bocinas a todo dar, originando con ello un ruido ensordecedor que alarma y
perjudica a las personas que circulan por el sector.
Algo similar ocurre con los vendedores de frutas que se
desplazan en triciclos y los compradores de chatarras.
Sus altavoces los utilizan a lo largo y ancho de su
recorrido. A ellos también no les importa nada, lanzan sus estruendosos sonidos
como si uno fuera sordo, no respetan al caminante ni mucho menos a la autoridad
(policía) que muchas veces pasa por su lado, y esto se llama contaminación
sonora, y por lo tanto puede recibir el causante una amonestación y en el caso
extremo, hacerse acreedor a una sanción drásticas por parte de la autoridad
competente.
Al parecer existen normas que regulan o restringen los
ruidos molestos, pero lo que falta es aplicarlos (actualizarlos) con severidad,
para bien y tranquilidad de la población que tanto lo necesita.
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