jueves, 8 de noviembre de 2012

Nos estamos acostumbrando a vivir en la inseguridad y la violencia


Por: Oscar Velit Bailetti.-Especialista en Seguridad Ciudadana
¿Acaso nos estamos acostumbrando a vivir en la inseguridad y la violencia ?- Con mucho estupor ;y conformismo de otros, noto que nadie reclama nada sobre la inseguridad que persiste en nuestra ciudad, salvo alguna excepción. Ni siquiera nuestras autoridades hablan de los factores que contribuyen a la inseguridad y violencia.
Esta violencia, que tiene su origen en las actividades de la delincuencia organizada y cuyas manifestaciones hemos descrito en anteriores artículos , es una realidad compleja, difícil de explicar en una sencilla relación de causalidad; es también una realidad multidimensional, que toca distintos ámbitos de la vida, en los que debemos descubrir los factores que contribuyen a su existencia y sobre los que se debe intervenir, para prevenirla, atenuar sus efectos y atender a las personas más vulnerables.
La economía es uno de los ámbitos en los que debemos buscar los factores que contribuyen a la existencia de la violencia organizada. La desigualdad y la exclusión social, la pobreza, el desempleo, los bajos salarios, la discriminación, la migración forzada y los niveles inhumanos de vida, nuestra ciu-dad se ha llenado de gente que proviene de Ayacucho, Cuzco, Huancayo, Huancavelica, Huanuco y hasta de Colombia, entre otros que exponen a la violencia a muchas personas: por la irritación social que implican; por hacerlas vulnerables ante las propuestas de actividades ilícitas y porque favorecen, en quienes tienen dinero, la corrupción y el abuso de poder. El contexto de la actividad econó-mica es el de la globalización. Este fenómeno no es, a priori, ni bueno ni malo; dependiendo de cómo se gestione propiciará la redistribución de la riqueza o el incremento de la pobreza y la desigualdad. La globalización ha favorecido la difusión y el fortalecimiento de un modelo de economía de mercado que se ha mostrado incapaz de resolver, como lo pretendía, todos los problemas sociales.
Si bien, en este contexto, este modelo de economía ha propiciado el crecimiento económico de algunos sectores productivos, también ha originado, el deterioro de sectores vulnerables, que apenas han podido subsistir o que han sido excluidos de una economía moderna que no se interesa por aspectos fundamentales de la vida social y económica como son el derecho al trabajo, la conservación de los recursos naturales y la preservación del medio ambiente. La democracia no ha alcanzado la economía y no se ha consolidado un mercado justo y solidario. Las oportunidades no son las mismas para todos. Vemos como empresas extranjeras realizan trabajos en nuestra ciudad y quienes se benefician? solo los de construcción civil, para muchos jóvenes desocupados no hay vacantes. Los productos agrícolas se encarecen por los intermediarios.
Grandes empresas trasnacionales, en competencia desigual, sacan del mercado a las empresas medianas y pequeñas. Los precios no son fijados por la oferta y la demanda sino por quienes tienen el control del mercado. La economía local y regional se corrompe por la interrelación de grupos mafiosos y grupos de interés. En las actividades económicas el imperio de la ley del más fuerte es una forma de violencia que genera frustración y rencor social.
Esta situación se ha profundizado por el progresivo deterioro de la capacidad adquisitiva de los trabajadores; por el incremento del desempleo; la falta de condiciones favorables para la micro, pequeña y mediana empresa; la caída en la calidad de vida, la corrupción endémica, la paulatina disolución de las clases medias y la concentración de riqueza en pocas manos.
Esta distribución desigual de la riqueza abona el sustrato para la delincuencia organizada. Los negocios ilícitos, que implican graves riesgos, ofrecen la perspectiva de tener jugosas utilida- des en breve plazo. Esto es una tentación para quienes se encuentran en el límite de la sobre vivencia y excluidos de los pro- cesos productivos. También lo es para quienes quieren sostener un estilo de vida suntuosa que excede las posibilidades que da un nivel de ingresos ordinario. La necesidad y la ambición exponen de igual manera a pobres y ricos a buscar ganancias sin importar su procedencia, ni los riesgos y costos humanos que implican. La desigualdad provoca una honda insatisfacción y sensación de injusticia, que es la puerta de entrada de la violencia y por consiguiente, de un clima de inseguridad.

1 comentarios:

  1. habla estupidez este sr. que dice que es especialista en seguridad.....¡!

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