Por: Alfredo Pachas
Hace poco menos de un mes partió al encuentro con
Dios, un gran amigo: el gran “Parcherita”, su muerte nos sumió una gran pena
y._ de seguro._ rompió el alma a toda su familia, pero la satisfacción más
grande de la Familia Veliz – Deza es que diosito lo acogerá en el empíreo.
Con “Pepito Veliz” guardo gratos recuerdos. Nos
conocimos hace más de 50 años, cuando iniciamos el primer año de media y
estuvimos juntos los 5 años de secundaria en la misma aula del Colegio Pardo.
Todos los de la promoción éramos como hermanos. Vivimos numerosas aventuras,
tantas palomilladas, bastantes bromas, muchas travesuras, grandes anécdotas,
momentos alegres, ratos estupendos, periquetes mágicos que hasta parecía que
vivíamos en una juventud fantástica, despreocupados solo nos dedicábamos a
estudiar y jugar fulbito.
Terminada la secundaria cada uno de nuestros
compañeros tomamos caminos diferentes, pero hace 3 años con ocasión de
“Nuestras Bodas de Oro de nuestra Promoción” la mayor parte de nuestra
promoción, nos volvimos a encontrar después de media centuria. Y, ahí estaba
“Parcherita”, lo primero que nos preguntábamos es: “¿Qué fue de nuestras
vidas?” o como diría Borges… “La vida que fue y la que no pudo ser”. Pero lo
que si supimos en aquel momento es que las nostalgias nunca se fueron, que
nuestros recuerdos y hermandad permanecieron siempre. En ese momento, juntos
evocamos épocas de juventud y los grandes momentos deportivos. Tal vez el
recuerdo más grato que tengo de “Parcherita” fue cuando integramos la selección
de futbol de menores de Chincha allá por los años 69’ cuando teníamos 13 o 14
años y viajábamos a Ica a jugar de preliminar contra los calichines del Octavio
Espinoza equipo que estaba en la Liga Profesional y que en el partido de fondo
enfrentaba a la “U” que lideraba el campeonato en ese entonces. Quedamos
impresionados porque era la primera vez en nuestras vidas que salíamos de los
camerinos por un túnel directo al campo de juego. Y, ante un estadio totalmente
lleno logramos vencer al equipo local, precisamente con un gol de nuestro
querido “Pepe”. A un tengo grabado la escena cuando corrió por todo el campo a
gritar su gol. Recuerdo que camino a casa en el ómnibus, veníamos cantando,
gritando y celebrando. Si hasta parecía que habíamos ganado la Copa del Mundo.
Que gran recuerdo.
A la familia solo le puedo decir mucha fortaleza, que
comprendan que la muerte no es solo el final, sino el umbral de una nueva vida,
la puerta de ingreso a una vida eterna. La muerte no existe, la persona solo
muere el día que la olvidamos. Para nosotros “Parcherita” seguirá vivo.
Continuaran los días, seguirán los meses, pasaran los años, pero “Pepe” seguirá
en nuestros recuerdos y permanecerá siempre en el corazón su familia. Su pasado
seguirá intacto en el presente a través de sus hijas, nietos y demás
generaciones. Querido “Pepe”, descansa en paz.
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