Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
Y es que definitivamente el miedo hay que cruzarlo.
Trabajarlo y sobre todas las cosas, jamás transferirlo, la mayoría de los padres,
se la pasan calculando para los hijos, por miedo a que les pase o deje de pasar
algo. Y entonces transfieren, no dejan vivir, no los dejan aprender. Se agarran
de discursos trillados para coartar la experiencia o el error, sin considerar
que el que no experimenta no aprende. El miedo se manifiesta a cuatro niveles:
neurológico, conductual cognitivo y fisiológico. Para poder regularlo hay que
ubicarlo, encontrarle su raíz, desenredarlo, analizarlo a fondo, partirlo en
todos los trozos posibles, y trabajar cada una de ellas hasta cubrirlo. Terapia
es lo más recomendable. Pero, hay quienes tienen pánico de ir a terapia. Ahí es
donde muchos necesitan parar y enfrentarse con ellos mismos. Porque tenerle
miedo a tus traumas que te generan miedo y no querer afrontarlos y eliminarlos
puede causar catástrofes que van mucho más allá de lo que le puede representar
de forma personal. No enfrentar salpica por generaciones. El trabajo conlleva
mucha comunicación intrapersonal. Y encontrar la adecuada asesoría interpersonal
que guíe. No se puede solo. Siempre es necesario encontrar ayuda, pero ayuda
especializada y nunca es tarde.
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