Los padres de familia deben estar atentos a cambios de conductas y de comportamiento de sus hijos para reaccionar con celeridad.
El
lunes 2 de mayo se recordó el Día Internacional contra el bullying o el acoso
escolar, un tema importante que debe ser conocido y abordado desde el hogar, la
escuela y la sociedad en general, más aún con el retorno de niñas, niños y
adolescentes a las clases presenciales.
La
médico psiquiatra Katherine Arias Gutiérrez, especialista en niños del Centro
de Salud Mental Comunitaria (CSMC) Kuyanakusun, explicó que el bullying o acoso
escolar es cualquier comportamiento o conducta (físico o verbal) ejercido por
un niño, adolescente o un grupo de ellos, en el ámbito escolar, que repercute
en otra persona porque hay una intención de hacerle daño.
“Se
realiza de manera hostil, con un carácter de uso de poder y eso va direccionado
a otra persona, en este caso a un compañero o amigo del colegio de manera
repetitiva y se prolonga por un tiempo”, explicó.
La
especialista comentó que, a pesar de la pandemia, el tema de la violencia en el
ámbito escolar ha continuado y si bien no ha habido presencialidad en los
colegios, aparece el ciberbullying, lo cual es importante conocer porque hay diferentes
maneras de ejercer el acoso escolar.
“La
pandemia ha afectado a todos, pero la población de niños y adolescentes es la
más vulnerable, y el bullying repercute en las conductas que los adolescentes y
niños van a tener al momento de retornar de forma presencial. Entonces va a
haber más riesgos, las cifras puedan aumentar y por ello es necesario tener el
concepto claro”, sostuvo Arias Gutiérrez.
Salud
mental y bullying
Para
Katherine Arias, el bullying tiene un impacto en el desarrollo integral de la
persona, por ello es importante conocer que es un problema de salud mental y de
persistir tiene repercusiones en la persona cuando entra en la etapa adulta.
“En la
etapa escolar, por ejemplo, el niño o adolescente ve afectada la autoestima y
habilidades sociales, pero también el rendimiento académico, la parte cognitiva
y al momento de llegar a la vida adulta,
esta puede verse afectada en relacionarse con las personas, no socializa, no
puede trabajar de manera autónoma e independiente, aparecen sentimientos de
soledad, vergüenza de participar y ello afecta su calidad de vida, además puede
llegar a ser proclive a desarrollar algún trastorno mental como la ansiedad y
la depresión”, detalló.
Sin
embargo, dijo que lo más grave del tema es cuando aparecen las ideas de
soledad, de vacío y los casos lamentables de intento de suicidio.
¿Cómo
me doy cuenta?
En el
caso de los padres de familia, deben estar siempre atentos y pendientes de los
niños, preguntarles cómo les está yendo en el colegio, si tienen nuevos amigos,
si socializan o si continúan con las amistades de siempre.
Y es
que de acuerdo a la psiquiatra Katherine Arias, los niños y adolescentes ven
afectado el lado conductual, empiezan a llorar de una manera que no se
justifica, están tristes, aparecen con arañazos, moretones u otro tipo de
lesión que no se justifica y no dicen qué les ha pasado.
Además,
los cambios conductuales son muy marcados, se encuentran más irascibles, con
ira contenida, se molestan rápidamente sin motivo alguno. Se aíslan demasiado,
pues buscan espacios para manejar estas emociones que ocurren a raíz del
bullying, permanecen más en el cuarto, no participan en eventos familiares y
son poco comunicativos.
“Esto
nos debe alertar por-que luego aparecen también las somatizaciones como dolor
de cabeza, de estómago, su ritmo de sueño cambia, su apetito disminuye o
aumenta, empiezan a tartamudear, se quejan de dolores físicos y buscan formas
de ausentarse de clase”, detalló Arias.
Asimismo,
otro de los signos de alarma son la sintomatología ansiosa, pesadillas, no
duermen de forma adecuada, piernas inquietas, se comen las uñas y no se pueden
concentrar.
“En
los más pequeños, empiezan a ocurrir conductas regresivas o de infantilización,
se vuelven a chupar el dedo, actúan como un bebé, no controlan esfínteres, no
quiere entrar al nido o están muy pegado a los padres”, explicó.
¿Qué
debemos hacer?
La
psiquiatra Katherine Arias refirió que este tema debe resolverse siguiendo los niveles
de intervención adecuados, pero alejados de toda violencia, pues se seguiría
incurriendo en el mismo problema.
“Si el
papá detecta que su hijo es víctima de bullying, debe primero notificar al profesor,
este aplica la medida correctiva, pero aún continúa la agresión, el padre debe
ser el soporte y pedirle al hijo que le cuente y retomar el diálogo con la
profesora, con la directora o en todo caso con la familia del niño que ejerza
el bullying, pues también podría haber un problema”, agregó.
Sin
embargo, si ya ha habido un impacto en la salud emocional del niño o adolescente,
están los Centros de Salud Mental Comunitaria (CSMC) y postas médicas que
cuentan con especialistas, además de las Ugel que también tienen un psicólogo
que puede prevenir y abordar este problema.
¿Qué
debo saber del bullying?
Los
más vulnerables son los niños o adolescentes con alguna situación que está
afectando su salud mental y son diversas las maneras que ocurren, pues desde
temprana edad se ejerce el bullying en el colegio.
Por
ejemplo, bloquearlos socialmente, restringir relacionarse con otros compañeros,
el hostigamiento en clase, coacción, manipulación de un grupo o compañero,
abuso de poder o intimidación.
“Lo
más recurrente son las agresiones físicas y psicológicas, las amenazas, y
también se ejerce porque se fijan en el aspecto físico o la parte económica”,
informó la especialista.
Por
ello, Katherine Arias enfatizó que los padres son el principal soporte
emocional, por tanto, no deben restarle importancia cuando sus hijos les dicen
que los están fastidiando.
“La
violencia no está permitida ni de manera verbal ni física, es necesario
reaccionar con la celeridad posible, no hay que desvalorizar lo que nuestros
hijos nos dicen”, puntualizó.
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