Por: Ed. Dr.
Claudia Viveros Lorenzo
Tratar de tener
el control en todo es uno de los grandes problemas que nos buscamos. Es
importante entender que eso es imposible en todos los aspectos y que por más
que intentemos hacerlo lo único que encontraremos es frutración. Algo que
debemos tener claro es la formulación de espectativas que construimos entorno a
las situaciones que deseamos y a las personas que pueden verse involucradas en
ellas.
Al entablar este
tipo de espectativas, solo motivamos al universo a restregarnos en la cara que,
al colocarnos en esa postura rígida y sin sentido, nos evidenciamos ante todo
aquello que tenemos que trabajar en nosotros mismo, más alla de esperar un
cambio en el prójimo. Cuando aceptar al otro nos cuesta, es porque no hemos
sido aceptados. No aprendimos un patrón sano de relacionarnos con el otro desde
nuestra individualidad hacia la suya. Podemos aceptar a los demás por completo,
lo que no tenemos que aceptar es lo que nos hacen. Aceptar a los demás es
entender que todo el daño que nos hacen viene de su dolor, sus miedos y su
sensación de cuánto valen; en otras palabras, de que nos sirve resentirnos de
una persona inconsciente. No necesitamos cambiar a alguien para aceptarlo sólo
necesitamos comprenderlo.
Y esto nos debe de quedar claro que no
significa conformarse, al contrario se trata de un gesto de respeto y de amor,
a nosotros y a todo nuestro entorno, pues en la valoración y el agradecimiento
por tenerlo, y el trabajo que realizamos para lograr adaptación, honramos y
cuidamos, por el simple y hermoso hecho, de querer seguir integrándolo en
nuestra historia, ya que un hecho es, que si no estamos de acuerdo con lo que
se presenta o lo que nos entregan, nadie es un árbol, nos podemos mover en el
momento deseado y empezar de nuevo.
Existen 3
hábitos que matan las posibildades de aceptación:
• No se compare: Lo hay que buscar
es perfeccionar sus cualidades.
• No intente ser perfecto: La perfección es un ideal no una realidad.
• No escuchar las críticas: No
necesita que alguien le apruebe y los demás no necesitan su aprobación para
valer.
Aceptar al otro
con sus limitaciones, sus temores, su desorden, sus debilidades, su mundo, sin
pretender cambiarlo, sin ceder en lo propio, tal vez sea el principio de la paz
interior y de la armonía en las relaciones. Las personas pueden cambiar, pero
lo hacen cuando ellas quieren, y no cuando tú lo necesitas. Por ello, en
cualquier caso tu única misión es enfocarte en ti.
Una de las cosas
que causa mayor infelicidad y conflictos en las parejas es la exigencia a que
el otro responda a nuestras expectativas. En contraparte, el amor, no el
control, puede transformar a las personas.
El día que
aprendemos a aceptar a la gente que nos rodea con su historia, su capacidad de
dar lo que sabe y puede buenamente dar, con sus heridas, con sus limitaciones,
con sus propias maneras de pensar, con sus propias emociones.
Y aceptándolos
así, aprendemos a amarlos y a agradecer lo que nos dan, entonces somos
realmente libres, porque amar es aceptar.
Comentarios:
draclaudiaviveroslorenzo@gmail.com
Sígame en mis
redes:
Facebook:
Claudia Viveros Lorenzo
Twitter:
@clauss77
Linkendl:
Claudia Viveros Lorenzo.
0 comentarios:
Publicar un comentario