Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
Hemos estado hablando en semanas pasadas sobre la
importancia de la buena comunicación. De lo fundamental de poder construir
buenos mensajes internos, en la llamada comunicación intrapersonal, y por
supuesto de lo indispensable que son los mensajes que enviamos al mundo, en lo
que se denomina comunicación interpersonal.
Y es que somos lo que decimos, lo que pensamos y lo
que escribimos.
Si pudiéramos tenerlo claro seriamos mucho más
cuidadosos, ya que una ligera mal interpretación o intensión puede desencadenar
crisis lamentables.
Algunas cosas que debemos dejar de lado, y si no es
así, por lo menos echarlas a dormir al construir mensajes siempre son: la ira,
el enojo y la irreverencia, las que, conjugadas, pueden llevarnos a caminos de
lamentación que le aseguro, nadie quiere recorrer. En otras palabras, el
control de emociones, o la tan llamada inteligencia emocional, tiene que ser
nuestra compañera fiel.
Se supone que conforme vamos creciendo, a esta
inteligencia la conocemos más de cerca, pues la experiencia, el raciocinio y el
arte de la creación de buenas relaciones, nos transforman en seres poderosos.
Hablando de liderazgo es fundamental dominar las habilidades comunicativas, y
además de saber emitir, debemos ser escuchas activos, atentos a la información
que nos llega y a decodificarla siempre de la mejor manera, para aprovechar,
todo aquello que nos pueda convenir y edificar.
Líder es todo aquel, que empatiza, que se asesora,
que se informa, que actúa con mesura, que sabe ser diplomático y que ante todo
deja de lado la agresión, por muy delicada que le parezca.
Escribir es un arte, que requiere de mucha paciencia,
de mucha disciplina, de conocimiento básico en gramática, sintaxis y
ortografía. Cuando se nos escapa un punto, una coma o un acento, el sentido de
lo expuesto podría malinterpretarse por completo, por ello es recomendable el
ejercicio recurrente y si no es posible llevarlo a cabo, buscar el mejor
asesoramiento. Nadie nace sabiéndolo todo, ni siendo perfecto, es muy
respetable todo aquel que sabe recurrir a quienes lo pueden ayudar a ser mejor.
Principio básico de crecimiento y sabio liderazgo es
rodearse de aquellos que sean igual o más inteligentes que uno, con
competencias destacables que podamos gestionar a nuestro favor y obvio en favor
de nuestro contexto.
Tan fácil que es, tomarnos un momento muchas veces,
antes de crear una retroalimentación visceral que puede provocar ponernos en el
ojo del huracán.
Respire, ordene sus ideas, estructure siempre correctamente y verá como siempre saldrá victorioso. Vale más un mensaje elegante bien hecho, a un cúmulo de sandeces que evoque la peor de las imágenes de nuestro ser en otros, llámense, amigos, familia, empresa o nación.
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