Por:
Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
Aquí
me gustaría detenerme y analizar, que sí, durante muchos años se vio a la
escuela como un recinto social donde los párvulos se enriquecían al convivir
con sus compañeros y maestros y adquirían conocimientos académicos y
reforzaban valores y nadie niega que todos necesitamos el contacto “face to
face”, la interacción que nos humaniza y nos revaloriza nuestro lugar dentro de
cualquier grupo social. Y ha pasado un año, nos fuimos de pronto el 17 de
marzo con un discurso (por cierto más concebido) que nos invitaba a “adelantar
vacaciones de semana santa” y resultó que no regresamos de forma física a las
aulas. Los colegios privados y el sector estatal tuvo que enfrentar una dura
crisis de reestructura para hacer que todos los estudiantes del ciclo 2019 –
2020 no perdieran el año que estaba ya casi en un 70% avanzado. Y el verano
pasó y nos enganchamos en el entorno virtual al siguiente ciclo. Y la pandemia
no se ha ido. Vamos avanzando en algunas cosas, pero ni la tenemos dominada ni
se ha ido eso es un hecho crucial que no podemos olvidar. Al contrario, han
salido nuevas cepas, cada vez hay más casos cercanos, las nuevas olas no se han
detenido y para acabarla de amolar (como dicen coloquialmente) nuestro proceso
de vacunación va sobre una tortuga. Avanzando de forma tan lenta que como dije
en la semana pasada, el periódico
estadounidense
The New York Times, vaticina que al paso que llevamos, para 2029 puede ser que
ya tengamos a todos los mexicanos vacunados. Bonita cosa.
Hay un montón de padres que parecen desesperados por que los niños regresen, quizá el confinamiento se ha superado, pero es importante no perder la calma. No se trata de que regresen por regresar y de esa manera sacarnos ese “problemita” de encima. Sino de tener bien asegurado todo lo que este retorno conllevaría. Verifiquemos algunos puntos que deben ser considerados (creo) en el caso remoto del retorno:
1.
Una de las personas que vive en el hogar con mi niño o que cuida a mi niño,
tiene mayor riesgo de enfermarse gravemente a causa de COVID-19.
2.
El nivel de COVID es moderado a alto con base en la cantidad de casos nuevos
(20 cada 100 mil personas o más) o el porcentaje de pruebas de detección
positivas 5% o más notificados por mi ciudad en los últimos 14 días.
3.
Estoy seguro que mi escuela cuenta con los recursos necesarios para implementar
eficazmente un plan de prevénción COVID-19.
4.
Mi hijo sabe usar perfectamente una mascarilla y podrá usarla durante periodos
prolongados.
5.
Mi niño puede seguir instrucciones y permanecer guardando sana distancia de las
demás personas, en el salón de clases, en los espacios de descanso, etc.
6.
Mi hijo cuenta con un modo confiable de transporte para ir y volver de la
escuela. Y en caso de tener que usar el transporte público, sabrá como guardar
los protocolos debidos.
Estos
son solo algunos por considerar que comparto por si no se le habían ocurrido. Y
es que, no es regresar por regresar. Los niños estarán expuestos y todo el
personal docente y administrativo. Las ciudades al estar los niños ya en
movimiento volverán a tener una dinámica bastante acelerada y seguramente
muchas cosas podrían ser desencadenadas.
No
tengo porqué sembrar fatalismo. Lo que sí creo es, que necesitamos reflexión de
hasta donde realmente nos conviene algo y no actuar a la ligera. Han sido doce
largos meses, no pasa nada si aguantamos otro poquito.
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