Por:
Alfredo Pachas.
Si pensábamos que este congreso fulastrero -
con excepción de algunos pocos parlamentarios.-
había moderado sus sandeces .- lo último que se recuerda, un
congresista dirigiéndose una carta a sí
mismo y de otro “mentándole la madre” a
un ex presidente de la república .-
ahora , hace pocos días en el súmmum de la vanidad aparece un congresista
huancavelicano, Kenyon Durand, fantasioso él, que creyéndose .-como los incas
,reyes o un Dios .- tener sangre real o
sempiterno y exhibiendo su guirnalda se deja llevar en andas por una mesnada
que le rinde pleitesía.
No cabe duda que el poder envilece, obnubila
y, al igual que la vieja política nacional se resiste a perder sus gollerías,
de lo contrario no se explica ese poder soberbio del que hacen gala ciertas
autoridades políticas.
Años atrás un destacado analista político
narró que cuando desempeñaba un alto cargo gubernamental, 3 presidentes regionales
(En ese tiempo existían las presidencias regionales, lo que ahora se llama
gobernadores regionales) le preguntaron: Uno de ellos haciendo gala de su
behetría, le inquirió si podía
nombrar
a su edecán; otro desvanecido y en su máximo frenesí le consultó, si podía llevar
su banda presidencial y, un tercero.- en el colmo de la irrisión.- quiso
averiguar si su esposa debería ser designada “primera dama regional“.
Cuánta razón tenía un agudo lector (Revista
Somos N°. 1759) cuando contaba en modo chascarrillo …. “Una vaca le dice al
burro, me voy a la india porque allá las vacas somos sagradas. Yo me voy al
Perú. - le dice el burro. - porque allá los burros somos congresistas...”.
Todos estos “súper” políticos que les encanta
mostrar sus limitaciones o exhibir su lacería intelectual deberían conocer. -
al menos. - la famosa frase ¡MEMENTO MORI!
y no caer en la soberbia y sus ansias de poder que le hacen creerse superdotados.
Si supieran que en la antigua Roma cuando los
generales después de una victoria desfilaban por el ágora con ínfulas de
grandeza, detrás suyo venía un siervo que le “respiraba en la nuca “y le iba
repitiendo en voz baja ¡MEMENTO MORI! (Recuerda
que eres mortal); tal vez así evitaríamos estas escenas horteradas llena de
fatuidades.
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