Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
Los sucesos de los que hemos sido espectadores la semana pasada
entorno a las manifestaciones en Washington, propiamente en la Casa Blanca,
que dejaron 5 muertos y una tensión mundial, es un reflejo más de la terrible
administración del señor Donald Trump.
Peculiar personaje, que sin reservas nos demostró todo lo
que no se debía ni podía hacer siendo Presidente de los Estados Unidos de
América.
Este hombre que desde que vio la luz de los mass media,
entendió de su importancia y utilizó como herramienta indispensable en la
construcción de su imagen. Porque un hecho es que, para la buena construcción
de una imagen pública, ésta debe estar basada en una esencia real y creíble. Y
en definitiva Trump, nunca nos mintió, siempre nos demostró la clase de
individuo que era, su forma de ver la vida, su intolerancia, su poco sentido
humano, su ambición de poder desmedido, su odio a todo lo que él no considere
importante, etc. Un tipo complicado realmente, pero repito, un tipo tal cual,
sin máscaras. Aquí también es importante que las responsabilidades se repartan.
Pues el casi ex presidente nunca mintió y siendo quien es, ganó una silla
presidencial y la ganó porque fue aceptado y seguido por numerosos ciudadanos
que piensan, sienten y ambicionan igual que él.
NADIE LO DETUVO.
Durante años fuimos testigos de cómo fue sembrando odio e
intolerancia a las formas, y por medio de sus redes sociales creando un
ejército de seguido-res que obviamente comparten sus sentires, como dije ya.
Ahora al verse tan disgustado y acorralados, la situación explotó y se salió de
las manos, y su país gobernado, fue testigo de una toma al Capitolio, lo nunca
antes visto. Lo que resulta importante de analizar es, cómo se movieron los
grupos de forma tan fácil por medio de las redes.
Cosa que nadie paró. Hasta que la cosa ardió. Como dicen
en mi pueblo: “ahogado el niño a tapar el pozo” Es aquí donde es necesario
observar, la responsabilidad compartida. ¿Por qué censurar y bloquear las
cuentas de este personaje, hasta tener que llegar a estos sucesos? Los mensajes
eran más que evidentes.
Sé que la libre expresión debe imperar y que es un
derecho fundamental. Pero en estos tiempos de infodemia, es urgente que se
reflexione sobre el tema. Ya he dicho en semanas pasadas que a través de redes
todos nos volvemos opinólogos y que Twitter, Facebook y todas las que usted
conoce y se imagina, en conjunto, son la santa inquisición. Se habla (o
escribe) sin prudencia ni temor, sin consciencia de todo lo que se puede
desencadenar. La responsabilidad de cuidar la imagen digital personal está a
años luz y lo que es peor, el deber de entender que se influye en los demás a
través de todas nuestras expresiones públicas, es urgente, que sea real
mente comprendida. No solo se necesita ser Donald Trump
para que se pueda influir en otros. Vea el caso de la señora Navidad, que
también no había parado de hacer comentarios fuera de lugar sobre el COVID-19 y
por fin ya, también fue bloqueada, pues por mucho que pudiera causar risa, no
dudo que a algunos los pudiera impulsar a pensar igual.
Hablar a profundidad de estos temas es relevante, hacer
en-tender sobre ciudadanía digital apremiante. Sea cuidadoso de lo que produce
y por supuesto de lo que obtiene en redes, por-que ambas son de su incumbencia.
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