Por Hernando Tavera, Presidente Ejecutivo
del IGP
Pisco, 6:40 p. m. del 15 de agosto de 2007.
Mientras en Arequipa celebraban al ritmo de carnavales su aniversario, las
placas tectónicas de Nazca y Sudamericana se sacudían violentamente frente a la
región Ica dando origen al último de los grandes terremotos que ha afectado a
nuestro país. En el momento del sismo, estaba en el Centro Sismológico Nacional
(CENSIS), y por el sacudimiento del suelo, lo primero que se me vino a la mente
fue que el terremoto de Arequipa del año 1868 se estaba repitiendo. Logré
comunicarme con mi madre, quien me dio tranquilidad al decirme: «hijo, aquí en
Arequipa acaba de ocurrir un temblor».
Minutos después de analizar los datos que
recibíamos de las estaciones sísmicas, supimos que el sismo ocurrió frente a la
ciudad de Pisco, en el mar, con una magnitud de M7.9. Inmediatamente, empezamos
a realizar las evaluaciones de siempre teniendo en cuenta que en las ciudades y
áreas urbanas circundantes uno de los grandes problemas era la calidad de sus
construcciones.
Y así fue. Según la evaluación de daños del
INDECI, el sismo produjo la muerte de 600 personas y generó lesiones en 1300
habitantes, además de dejar como saldo 450 000 damnificados y 48 000 viviendas
destruidas. En localidades como Tambo de Mora, un gran número de viviendas se
hundieron al surgir del subsuelo agua, lo que dio lugar a un acelerado proceso
de licuación de suelos. La mayoría de viviendas colapsadas fueron de adobe y
quincha, incluyendo la iglesia de Pisco; en otras áreas, viviendas de material
noble de varios niveles prácticamente se hundieron en el suelo. Aquí el
aprendizaje es claro: casas mal construidas y sobre suelos no compactos son
altamente vulnerables ante la ocurrencia de sismos.
Técnicamente, el sismo de Pisco destacó por
su gran magnitud y duración; por ello, el tiempo de percepción del sacudimiento
del suelo por las personas fue mayor. Este sismo fue producto de dos rupturas
aleatorias separadas por un tiempo de 60 segundos. La mayor ruptura y
liberación de energía ocurrió en torno a la península de Paracas, por lo que el
tsunami fue más destructivo en esta área. El proceso de ruptura en conjunto se
desarrolló en dirección sureste: se inició frente a Pisco y concluyó al sur de
la península de Paracas.
¿Hemos aprendido de esta experiencia? No
mucho. La población ha persistido en construir sus viviendas en los mismos
lugares y en iguales condiciones, lo que aumenta el nivel de riesgo de la
ciudad de Pisco ante un futuro terremoto. Igual situación se ha visto en
Arequipa. Después del terremoto de 2001, zonas críticas por el tipo de suelo
han sido invadidas sin control, lo que muestra claramente la falta de cultura de
prevención. Mientras las placas tectónicas se siguen moviendo, en el Instituto
Geofísico del Perú (IGP) seguimos haciendo «Ciencia para protegernos, Ciencia
para avanzar».
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