Por: Santiago Perona Miguel de Priego
Según un testigo ocular de este acontecimiento histórico, "el
rostro severo de Bolognesi se iluminó de alegría; una sonrisa de dulce
satisfacción oprimió sus facciones; sus ojos, azules como el cielo, se
dilataron con la satisfacción de su espíritu, y colocado delante del grupo de
esos jefes, como los semidioses de la leyenda delante de los héroes, hizo pasar
al parlamentario chileno para que oyera la ratificación de la frase histórica. Salvo,
avanzó sorprendido ante la respetable asamblea y oyó nuevamente, con pausas solemnes,
estas palabras que resonarán con eco sublime en todos los siglos:
"DECID A VUESTRO GENERAL QUE ME SIENTO ORGULLOSO DE MIS JEFES
Y QUE EN DEFENSA DE LA PLAZA QUEMAREMOS EL ULTIMO CARTUCHO".
Enterado Baquedano de esta heroica resolución del coronel Bolognesi
y de sus jefes y oficiales ordenó que el día 6 de junio se rompieran los fuegos
tanto de la artillería de tierra como la naval compuesta por el Loa, la Magallanes
y la Covadonga. Por tierra amagaron el Buin,
el Lautaro, a los diferentes fuertes del morro: Del Este, Centinela, Santa Rosa
y San José; capturado el Ingeniero Elmore, fungió de parlamentario, que no fue
aceptado por no ajustarse a la Convención de Ginebra; Bolognesi dispuso - sus
fuerzas de tal manera que el coronel Justo Arias Arague con el batallón
Artesanos de Tacna defienda el fuerte Centinela, el coronel Joaquín Inclán el
fuerte del Este con los Granaderos del Cuzco, don Guillermo Moore estaba, al
lado de Bolognesi; también estaba el joven coronel Alfonso Ugarte.
Èl salía el día 7 de junio cuando un nutrido fuego anunciaba el
asalto por tres puntos diferentes, para al poco tiempo los defensores se
enfrascaban en combates cuerpo a cuerpo las fuerzas chilenas eran reforzadas
constantemente: los disparos navales y los ataques ha-bían creado un círculo de
fuego; Bolognesi recorría a caballo el espacio entre la falda del Morro y el
fuerte Centinela ordenando la defensa vistiendo un uniforme negro y la cabeza
cubierta con un sombrero blanco de paja, con el rostro pálido pero sereno y cuando
recibía un ¡Viva! como saludo, él
con-testaba enérgico: "¡Muchachos, hay que estar listos para la bayoneta; acordaos
de Tarapacá!.
Según el Parte Oficial del 9 de junio de 1880, dice: "Jadeantes
llegaron a la altura del Morro el teniente coronel don Ramón Zavala, a la
cabeza de medio batallón de Tarapacá, y el teniente coronel don Roque Sáenz
Peña, a la cabeza del medio batallón del Iquique, rompiendo con bravura sus
fuegos sobre el enemigo que ya coronaba la altura del Cerro Gordo y lo
flanqueaba al mismo tiempo por los lados del este y del oeste con sus
fuegos" (Manuel C. de La Torre, Jefe de Detall de la plaza de Arica).
Concentrado el fuego en la planicie del Morro donde un torbellino
de hombres entrelazados en furiosa lucha, oprimidos los defensores por una masa
que se renovaba de atacantes chilenos en un horrible espectáculo y en centro
luchaban Ugarte, Bolognesi' y sus demás compañeros, de pronto una bala impacta
en el héroe haciéndolo caer, cumpliendo su promesa: hasta el último cartucho!.
Allí cayeron More, Inclán, O'Donovan, Zavala, Cornejo, Blondel, Zela,
Nacarino, y muchos soldados héroes anónimos.
Un telegrama oficial fechado el 15 de junio en Quilca informaba lo
siguiente: "El coronel Alfonso Ugarte, como los demás, no quiso rendirse y
habiéndosele acabado la munición, echó mano de su revolver, empleando bien sus
tiros; pero como fue acosado por gran número de chilenos, pereció al fin en un
caballo blanco".
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