Por: Oscar Velit Bailetti
¿Cuál
es el acto con el que un Papa puede hacerse más cercano a los creyentes
esparcidos por el planeta en momentos de gravísimo peligro?
Esta es la pregunta que sin
duda alguna se planteó Francisco al estallar el coronavirus a nivel planetario.
La respuesta, a diferencia de
lo que algunos habrían podido pensar, no consiste en celebrar misa para que
todos le puedan seguir por Internet, radio o televisión, como ya se realizan
todas las mañanas.
De hecho, “seguir” la celebración
de la misa a través de los medios de comunicación, según la teología, no es
“participar”. No existen los sacramentos mediáticos. La misa televisiva no
reemplaza el sacramento de la Eucaristía. Si uno no puede asistir a misa, la
misa televisiva puede convertirse en una gran ayuda, pero no es un sacramento.
Un gesto único del Papa
Entonces, ¿cuál es ese gesto al
que el Papa puede recurrir para hacerse activamente presente en la vida de cada
fiel? Existe un acto único en su género: la
bendición papal “Urbi et Orbi”, traducido del latín “a la ciudad [de Roma] y al mundo”.
Se trata de un acto que ningún
otro obispo puede realizar y que puede tener lugar de manera eficaz a través de
los medios de comunicación para el bien del alma de los fieles.
De hecho, según la tradición
teológica católica, la bendición “Urbi et Orbi” otorga la remisión
por las penas de pecados ya perdonados, es decir, confiere una indulgencia
plenaria bajo las condiciones determinadas por el Derecho Canónico y
explicitadas por el Catecismo de la Iglesia (números 1471-1484).
Las condiciones para recibir la
indulgencia plenaria son (Cf. El don de la indulgencia
según la Penitenciaría Apostólica):
· disposición interior de un desapego total del pecado, incluso
venial;
· confesar los pecados;
· recibir la sagrada Eucaristía rezar según las intenciones del Romano Pontífice.
No
es algo mágico
Según la teología católica (Catecismo de la Iglesia
Católica números 1422-1498), la culpa
del pecado es remitida por el Sacramento de la Reconciliación (Confesión), de
manera que la persona vuelve a estar en gracia de Dios, por lo cual se salvará
si no vuelve a caer en pecado mortal.
Ahora bien, la Confesión, al
igual que esta bendición, no es algo mágico. El pecado acarrea en la vida del
creyente un desorden, que permanece tras la Confesión. Por este motivo, es
necesaria la penitencia impuesta en el sacramento.
El creyente necesita purificarse por medio de
otras obras buenas y, en último caso, por medio del sufrimiento del Purgatorio,
según la teología católica.
Dado que la indulgencia plenaria
remite completamente esa pena debida, el fallecido sin haber caído nuevamente
en pecado no ha de pasar por el Purgatorio y accede directamente al cielo (Cf. Catecismo de la Iglesia
Católica, 1030-1032).
Según la Tradición, los efectos
de la bendición “Urbi et orbi” se cumplen para toda aquella persona que la
reciba con fe y devoción, incluso si la recibe, en directo, a través de los
medios de comunicación de masas. Este es precisamente el gesto único de
compañía que el Papa ha querido dar a cada creyente.
Un acto único en la
historia
El Papa solo imparte la bendición
en tres ocasiones: al ser elegido sucesor de Pedro, en Navidad y Pascua.
Por este motivo, es posible
afirmar que en la historia no había tenido lugar nunca antes una bendición
“Urbi et Orbi” de un Papa en la soledad de la Plaza de San Pedro del Vaticano,
seguido mundialmente por los creyentes a través de medios de comunicación. Será
un acto único en la historia.
Esta es la traducción al español
de la fórmula de la bendición “Urbi et
Orbi”, que el Papa pronunciará en latín hoy viernes a las 18:00 horas de Roma.
* * *
«Que los santos Apóstoles Pedro y Pablo, en cuyo poder y autoridad
confiamos, intercedan por nosotros ante el Señor».
Todos: «Amén».
«Que por las palabras y los
méritos de la Bienaventurada siempre Virgen María, de san Miguel Arcángel, de
san Juan el Bautista, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los
Santos, Dios todopoderoso tenga misericordia de vosotros y, perdonados todos
vuestros pecados, os conduzca por Jesucristo hasta la vida eterna».
Todos: «Amén».
«Que el Señor todopoderoso y
misericordioso os conceda la indulgencia, la absolución y la
remisión de todos vuestros
pecados, tiempo para una verdadera y provechosa penitencia, el corazón siempre
contrito y la enmienda de vida, la Gracia y el consuelo del Espíritu Santo y la
perseverancia final en las buenas obras».
Todos: «Amén».
«Y la bendición de Dios
todopoderoso (Padre, Hijo y Espíritu Santo) descienda sobre vosotros y
permanezca para siempre».
Todos: «Amén».
0 comentarios:
Publicar un comentario