… a mi
Chincha, por supuesto.
…Con la voz sonora
de aquella campanada,
que cubría con su manto nuestra tierra,
arropando de amor cada semilla,
amamantando la ilusión
que germinaba en la campiña.
Regresaré en el verdor de los parrales,
en el néctar madurado del racimo,
y en la copa del brindis amigable
y generoso, del buen vino
augurando mejores alboradas.
Regresaré a dibujar dos corazones
en nuestras playas bañadas por olas pasajeras,
peregrinos sueños hacia viejos continentes,
adioses de lágrimas punzantes
guardadas en un ¿será? en el fragor de la esperanza.
Regresaré en el melodioso canto
que llega desde el sauce “llorando” en el arroyo.
En el río, cuyo torrente cuenta historias
que trae desde tierras lejanas
para morir (quizá) en los predios de la nada.
Regresaré a buscar
a mis amigos en la esquina
y caminar con ellos a través de los recuerdos
y reír a carcajadas
bajo el manto de la tarde.
Regresaré para quedarme
en la tierra que llevo en las entrañas;
escribiré los versos que aún hierven
sin voz en el tintero
de un ingrato adiós…que ya no tendrá partida!
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