Por: Oscar Velit Bailetti - Especialista de
Seguridad Ciudadana
La conducción temeraria de algunos varones,
especialmente los jóvenes, grupo en el que este comportamiento se registra con
mayor frecuencia. Escuchar diariamente las noticias de los siniestros en la
carretera, nos ha llevado a cierto estado de insensibilidad, pues ninguna
autoridad comenta al respecto, todas las semanas hay de tres a cuatro
accidentes con pérdidas de vida. Hemos perdido casi toda la capacidad de
sorprendernos, pero, sobre todo, de reaccionar ante un fenómeno que se cobra
tantas vidas. Y de que siga siendo posible pensar que “a mí no me va a pasar”,
no hace sino reforzar este letargo. Lo cierto es que nos enfrentamos a un fenómeno
que tiene unas causas muy concretas. Causas, en muchas circunstancias, humanas,
que responsabilizan tanto a los y las conductoras, a quien le corresponda
decidir sobre infraestructuras y políticas, como al lobby del automóvil, por
supuesto. Unos deciden ir demasiado deprisa, otros no darle la prioridad que
requiere y otros fabricar vehículos demasiado veloces. (Como los de fibra de
vidrio, que al chocar vuelan en mil pedazos), Éstos son los factores humanos a
los que nos referimos. La existencia de una responsabilidad detrás de muchos
accidentes de tráfico es lo que ha llevado a muchos-as afectados as a calificar
la siniestralidad vial como “delincuencia vial”. La posibilidad de circular a
mayor velocidad en carretera explica la gravedad de los choques, y la fatalidad
para las personas que los ocupan. También opinan los señores conductores de
vehículos mayores que por ejemplo en el intercambio vial de la autopista que
ingresa a Chincha, está mal confeccionada, es corta, falta anchura y tiene un
declive que hace que estos vehículos se volteen por una”. (Y hasta ahora nadie
se pronuncia).
La carretera con la nueva autopista hacia
el Sur partiendo de Chincha; como espacio construido exclusivamente para los
coches, es técnicamente el ambiente más seguro para éstos, sin embargo, es
donde ocurren más de accidentes con muertes, (Colisión por alcance y múltiple,
Vuelco). A los y las jóvenes se les atribuye una gran culpabilidad en la
siniestralidad vial porque conducen con displicencia. Los jóvenes, por su
parte, achacan a los conductores más conservadores, y más viejos, la
incapacidad de andar más rápido y la falta de reflejos. Además de exceder los
límites de velocidad, conducir bajo la influencia del alcohol y no abrocharse
el cinturón de seguridad, se destaca el binomio velocidad-distracción, y la
distracción muchas veces se relaciona con el uso de aparatos tecnológicos,
bastante común entre los jóvenes. Es el caso típico de los accidentes en que el
conductor pierde el control del vehículo, saliendo de la vía o derrapando.
Entre los jóvenes que han sufrido algún o varios accidentes de tráfico, la distracción
ocupa el primer lugar entre las causas que atribuye el joven al accidente
sufrido, tanto si se considera culpable o no del mismo y tanto si en el momento
de sufrir dicho accidente viajaba solo o acompañado.
Los accidentes suelen ocurrir en días
laborales durante período diurno, caracterizado de desplazamiento laboral, y en
finales de semana en período nocturno, caracterizado de desplazamiento de ocio,
caso típico de implicación de jóvenes. Muchos de estos conductores tratan así
de experimentar las sensaciones asociadas al riesgo y a lo prohibido. Esto es
al menos cierto para la conducción temeraria que se realiza con plena
consciencia de lo que se está haciendo y cuyo objetivo es experimentar placer.
La velocidad es causa no sólo de muchos accidentes, sino también del grado de
gravedad de éstos.
Por ejemplo, el límite de velocidad en una
vía donde vehículos y peatones se ven obligados a cohabitar, no debería rebasar
los 30 km/h; o los 50 km/h cuando existe el peligro de choque lateral en
intersecciones; el límite sería de 70 km/h cuando el peligro es de choque
frontal, y de más de 100 cuando no hay peligro de choque de ningún tipo (sólo
con elementos de la infraestructura). La Visión Cero insiste en que la única
manera de poder aumentar estos límites de velocidad sería garantizando una
estructura vial y unos vehículos que admitiesen ese aumento sin por ello
aumentar las consecuencias del impacto en un cuerpo humano.
La PNP de carreteras debería de verse más
frecuente en estos tramos donde vienen ocurriendo accidentes muy continuos
tendría que mostrarse más férrea y eficaz en el control de velocidad. Está
demostrada la eficacia de la instalación de radares, por lo que sería aconsejable
que se instalaran los necesarios para cubrir los tramos en los que se ha
detectado que los vehículos tienden a exceder los límites marcados. Asimismo,
sería conveniente probar otros mecanismos para limitarla (en la fabricación de
los vehículos, mediante más presencia policial en las carreteras, mediante los
tiques de autopistas). Resulta, por supuesto, muy conveniente, identificar el
perfil de las personas que tienden a sobrepasar los límites permitidos de
velocidad.
0 comentarios:
Publicar un comentario