jueves, 10 de diciembre de 2015

¡Ya, regrese mañana!


Raúl Sotelo Lévano
El genial Cantinflas estaba despedido de su trabajo en una repartición pública, pero antes de abandonar el local, en presencia del que fuera su jefe, sus ex colegas y de un impaciente público aglomerado detrás del mostrador, ansiosos que sus trámites sean acogidos, lanzó esta encendida y enérgica arenga: “mi estadía en esta oficina resultó incómoda para muchos de los que aquí laboran por mi dedicación y entrega a mis tareas como empleado eficiente y ejemplar, y por eso me corren. Pero recuerden trabajadores, si así se les puede llamar, que su obligación primordial es atender solícitamente con la sonrisa en el rostro a toda esta gente que espera por largas horas sean atendidos sus reclamos. Sepan que con el pago de sus impuestos ellos están contribuyendo a la cancelación de sus salarios”.
Una salva de aplausos emergió de ese apretujado grupo de sufridos ciudadanos que reclamaban la solución de sus problemas, mientras los empleados conversaban o leían los diarios con total desparpajo.
El poder insultante y abusivo detrás de los escritorios se consolida día a día. Es un mal incurable e ignominioso. Es tal el enojo que sentimos y de pura impotencia dan ganas de saltar sobre el mostrador y coger de la corbata o de los moños a los  burócratas insensibles enfrascados en diálogos personales, y reclamarles a  viva voz nos atiendan como es su obligación.
Largas colas, trato agresivo y despectivo, rostros avinagrados y el odioso mensaje después de larga espera “regrese mañana”, son nuestro calvario cuando pisamos una dependencia municipal, una repartición del Estado, un puesto policial, oficinas de reclamos de hospitales, de servicio público (agua y energía eléctrica), mesas de partes de un juzgado o fiscalía, y otros infiernos más.
¿Qué nos queda como consuelo? Encomendarnos al Divino que nos dé paciencia y resignación antes de cometer un burocráticidio. Porque ganas no nos faltan.
OTROSI DIGO: César Hildebrant haciendo una radiografía de nuestro país, escribió “me preguntaron qué opinaba de la cundería, de la criollada, el recuteco y el recursismo peruano; y le contesté que todas estas definiciones me hacían vomitar, y es más, los políticos criollos también me causan repulsa”.
¿Qué maldición inapelable hizo que la mayor parte de los peruanos fueran tramposos, impuntuales, permisivos con la mugre interior y exterior? A nivel de valores y estética hemos hecho y seguimos haciendo un país espantoso, una ciudad sin ley, una ciudadanía de zombis. Es tiempo de que alguien lo diga a todo pulmón aunque sea solo para dejar constancia.
OTROSI DIGO: El 01 de diciembre de 1955, cuando los ciudadanos afroamericanos reclamaban airados sus derechos civiles, una mujer negra que viajaba en autobús por las calles de Montgomery, se negó terminantemente a obedecer el chofer cuando le ordenó cediera su asiento a un blanco.
Tal valiente actitud determinó fuera encarcelada, acusada de haber perturbado el orden público.
Ella era Rosa Louise Mc Camley, más conocida como Rosa Parks. Esta mujer y Martin Luther King, se convirtieron en los defensores que necesitaba su comunidad, víctima de continuos abusos. Como tenía problemas para conseguir empleo, Rosa fue apoyada por el representante afroamericano John Conejers, con quien trabajó desde 1965 hasta 1988.
Cuando murió, el 24 de octubre del 2006 a los 92 años, para siempre recordarla, se colocaron cintas negras en casa asiento de los autobuses de la localidad de Montgomery.
Ante la prepotencia del chofer, Rosa Parks, no dio su brazo a torcer, defendiendo con firmeza su derecho a ser respetada.
Una contundente demostración para todas las mujeres cómo deben enfrentarse cuanto son maltratadas físicamente y se violan sus derechos civiles.

   



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