Por Juan
Córdova Pecho
Esta es una fecha muy especial para
reconocer el trabajo que no sólo en el aula sino fuera de ella hacen los
educadores, llamados hoy formadores. Hombres y mujeres que sin escatimar ningún
esfuerzo van enseñando lo que aprendieron en su formación pedagógica y en la
vida diaria. Aquellos que tenían una personalidad a prueba de todo y lo demostraban en la práctica porque
llegaban primero que el alumno al colegio
y te esperaban en la puerta del aula,
luego de un saludo cordial te invitaban a pasar y así hasta que lleguen todos sus alumnos, para luego cerrar la
puerta y hablarnos de algún tema de actualidad, como un preámbulo a la clase
del día.
Nos decían que hay que levantarse
temprano para que ayudemos a nuestros padres y luego asearnos para llegar a
tiempo para estudiar y no hay que
olvidarse de saludar a las personas mayores. Eran las clases de Historia y Geografía en la que teníamos que aplicarnos para no
olvidarnos de fechas o datos importantes y que después podrían complicar
nuestras evaluaciones.
Tiempos aquellos de la primaria que no
volverán, como cuando nos enseñaban a ahorrar, porque de nuestras propinas,
dejábamos diez o veinte céntimos por día,
esperando el 01 de diciembre “DÍA DEL AHORRO” para recibir todo lo que
en el año habíamos ahorrado. El profesor sacaba una bolsa donde estaba la plata
y nos llamaba uno por uno de acuerdo a la lista y nos entregaba nuestro dinero,
previa presentación de la libreta de ahorro donde estaba registrado con fecha
todo tu aporte econ-ómico. Que felicidad a comprar en la tienda toda las
golosinas que nos apetecía y guardar algo para comprarle a Mamá una sorpresa.
Como añoramos épocas pasadas, por la
calidad y la preparación que tenían nuestros profesores de secundaria, y los regentes,
que te divisaban a metros de la puerta del colegio para observarte si tenías
tus galones, boina, corbata y zapatos bien lustrados, porque de lo contrario
tenías una llamada de atención.
Ya en el salón de clases, nos hacían
varias recomendaciones, por la edad que teníamos, nos conversaban de los valores,
se convertían en nuestros amigos sin faltarnos el respeto, bromas sanas para
amenizar el día y rigor para las tareas que sin lugar a dudas tenían que estar
bien hechas, la pizarra bien limpia y el brigadier dando el ejemplo de
puntualidad y orden.
Si en algún momento tu apoderado, Papá
o Mamá eran llamados a la dirección por sugerencia de algún docente, entendíamos
que no tendríamos el aval de ellos, y sólo nos quedaba aceptar la reprimenda y
portarnos mejor ya que en la conversación se escuchaba decir no se preocupe
usted profesor tiene toda mi
autorización para llamarle la atención.
Éramos muy participativos en las
actividades deportivas, en las actuaciones y en los corsos, por la motivación
que nos daban los profesores que se involucraban con nosotros en el tra- bajo
de campo y eran muy activos porque si faltaba algo lo conseguían sea como sea y
demostraba ser nuestro líder y solidario en los momentos difíciles con consejos
de Padre a Hijo.
Gratitud a todos aquellos Maestros que
nos inculcaron toda su sabiduría para ser personas de bien en nuestra sociedad,
elevamos una oración por los que se fueron al lado de Dios y a los que aun los
tenemos vivos saludarlos efusivamente en esta fecha de reivindicación y reconocimiento.
Ya que los tiempos han cambiado con la modernidad y la tecnología, pero para
satisfacción nuestra. Todavía tenemos a maestros con esas características.
Muy
paternales, comprensivos, enérgicos y amigos. Quizás la vida acelerada que
tenemos no nos permite evaluar minuciosamente este trabajo del maestro en la comunidad, hay que agradecerles a aquellos
que nos enseñaron a ser dignos, a querer
a nuestros símbolos patrios y respetar a nuestros padres. Si en esta vida todos nos dedicáramos a enseñar lo que
sabemos cómo Jesús lo hizo. Seriamos diferentes pero así es la vida “GRACIAS MAESTRO” POR TODO
LO QUE ME DISTE con amor y dedicación.
Gracias porque al lado de nuestros
padres nos hiciste GRANDE.
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