Rosario Serpa Napa
(43), es una humilde mujer trabajadora en una fábrica textil, separada varios
años de su pareja conyugal, que hoy -en el mes de la tradicional fiesta de
Navidad- llora desconsoladamente la muerte de su hija Tania Guadalupe Zambrano
Serpa (21).
En conversaciones
sostenidas la mañana de hoy, lugar que tuvo por escenario su propio hogar
ubicado cerca a la intersección de la Av. Progreso y Av. Argentina (última
cuadra de la Av. América), ella (la madre) reveló, muy sentida, que su hija le había
contado que el día jueves -un día antes de su muerte- había llegado a su casa
su pareja César Augusto Saravia Torres (25), padre de su hijo menor de 3 años.
En esa entrevista poco
habitual, él le dijo que no tenía dinero para darle de la pensión del bebé,
pero si tu gusta, vamos donde una persona que tengo que cobrar.
¡Mami! Le dijo su
hija, fuimos a un lugar bien lejos, pasamos por unas chacras, y al llegar a una
casa, salió una señora con la que él conversó.
Esa mujer al verme,
me fijó una mirada rara, a mí y al bebé. Yo al verla, me acerqué a ella y le dije,
por favor señora págale a él, porque yo necesito para el parto, porque yo estoy
en vísperas de dar a luz.
Señora, qué hace mi
esposo a-cá, le preguntó la finada, él recoge huevos, pero vuelva mañana que se
le va a cancelar le respondió.
Luego de esas
conversaciones, César Augusto y su cón-yuge Tania Guadalupe, quedaron en
encontrarse a las 12:15 m. del día siguiente viernes, fecha en que la
encontraron muerta en Pampa Canelo.
“Ese día antes de
salir, mi hija a cada momento me preguntaba por la hora”, recordó la madre de
ella, Rosario Serpa, recordando que le dijo además
¡mamá ya me voy! Yo
vengo, y salió casi corriendo.
“Ahora lo que más quiero es que
se haga justicia y que se encuentra pronto al asesino de mi hija”, preció la
mamá, Rosario Serpa Napa.
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