Raúl
Sotelo Lévano
En
siete días de intensa protesta, vecinos españoles que habitaban la avenida
Vitoria, en Burgos, consiguieron doblegar la terca resistencia del alcalde
Javier Lacalle empeñado en no detener los trabajos para construir un bulevar.
Ellos
increpaban a la autoridad edil que tal proyecto resultaba innecesario por ser sumamente
costoso, y el dinero a utilizar debía invertirse en proyectos más urgentes. Es
más, acusaban que los dueños de la empresa encargada de la obra, eran
familiares de algunos miembros de la Comuna, lo que significaba indicios de corrupción.
Apenas
conocí este hecho lo relacioné de inmediato con lo sucedido en Chincha, pareci-dos
como dos gotas de agua, y llegué a la conclusión que este bendito bulevar, es
un codiciado budín de chocolate, aquí o en el Polo Norte, para ganar
fraudulentamente dinero extra.
Estos
son los ingredientes del manjar: trabajos defectuosos e inconclusos, presupuestos
inflados, protestas y maldiciones de los afectados, materiales empleados de pésima
calidad y comisión de actos ilícitos.
Entre
los numerosos carteles exhibidos en las marchas de la protesta española, había
uno que me atrajo la atención donde se leía: Bulevar es robar.
Les
pregunto a los sufridos y mártires peatones que transitan cayéndose y
levantándose por esa vía crucis denominada Os-car R. Benavides ¿están de
acuerdo que bulevar es robar?
Yo
no sé si sea así, pero es evidente que se trata de un regalo de los dioses, que
muchos se lo quieren apropiar sin repartirlo con nadie, y para conseguirlo
piensan así: “A ese bulevar me lo voy a llevar, aunque tenga que robar, y no tener
nada que dar, a nadie en particular, y con los bolsillos llenos poder fugar,
largándome a otro lugar, donde no me puedan encontrar, aunque sea dentro de un muladar.
Para
terminar, yo diría que es allí donde los pillos deberían estar.
Otrosí
digo: El 01 de diciembre de 1955, cuando los ciudadanos afroamericanos reclamaban
airados sus derechos civiles, una mujer negra que viajaba en autobús por las calles
de Montgomery, se negó terminantemente a obedecer el chofer cuando le ordenó
cediera su asiento a un blanco.
Tal
valiente actitud determinó fuera encarcelada acusada de haber perturbado el
orden público.
Ella
era Rosa Louise Mc Camley, más conocida como Rosa Parks. Esta mujer y Mar-
tin
Luther King, se convirtieron en los defensores que necesi-taba su comunidad,
víctima de continuos abusos. Como tenía problemas para conseguir empleo, Rosa
fue apoyada por el representante afroamericano John Conejers, con quien trabajó
desde 1965 hasta 1988.
Cuando
murió, el 24 de octubre del 2006 a los 92 años, para siempre recordarla, se colocaron
cintas negras en cada asiento de los autobuses de la localidad de Montgomery.
Ante
la prepotencia del chofer, Rosa Parks no dio su brazo a torcer, defendiendo con
firmeza su derecho a ser respetada.
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