Otro
22 de febrero “Día de la Fraternidad” en que, el pueblo Aprista y el Perú, se
encuentran celebrando el cumpleaños de Víctor Raúl, el Líder Indoamericano, paradigma
y ejemplo para los políticos de América y del mundo. Ni siquiera es necesario
decir sus apellidos, decimos simplemente Víctor Raúl y ya sabemos de quien
estamos hablando, tal como ocurre con los célebres e históricos personajes:
Marco Antonio, Julio César, Numa Pompilio, etc.
Es
seguro que, en todos los rincones de la Patria y tal vez, en otros países
también, se estén realizando hoy día, ceremonias celebratorias en memoria de
este Ilustre personaje y político indoamericano que nunca claudicó en sus
ideales y vivió con la Dignidad con que viven los hombres honestos.
Tal
vez, quedemos muy pocos de los que tuvimos la fortuna de conocer al Maestro; de
escucharlo en forma directa y de ser sus amigos. De compartir con él, las
noches de de aprendizaje y de tertulia y que se realizaban a diario en “La casa
del pueblo” de Alfonso Ugarte en las famosas “Escuelas de Dirigentes”, en los recordados
“Coloquios” o en las veladas que se realizaban los domingos durante casi todo
el día en Villa Mercedes, donde percibíamos los almuerzos o cenas franciscanas
que compartíamos ahí mismo, con el propio Jefe y con los compañeros que
llegaban. Recuerdo a Carlos Roca, a Luis Negreiros, al panetón Solano, al negro
Rodríguez, el c. Espíritu el c. Ibáñez y tantos otros. Estos domingos,
culminaban siempre con el reparto de golosinas que, el propio Víctor Raúl iba poniendo en nuestras manos para luego dar
paso a la velada literario musical en la
que todos actuábamos de alguna manera y cantábamos. Como un niño nuestro Jefe,
se deleitaba con las ocurrencias de cada uno y, cuando cantábamos todos;
recuerdo su rostro dulce entonando sus canciones preferidas: “Zapato Roto” y
“El Globo Rojo”.
Víctor
Raúl disfrutaba mucho de la imitación que hacía de él, Carlitos Roca.
Recordarlo,
debe ser parte de nuestro diario quehacer y de nuestra conducta, porque la
huella de su pensamiento y su accionar siempre joven, orientó nuestras
existencias y puso norte a las inquietudes propias de cada etapa de nuestras
vidas, vidas que aprendimos a vivir bajo la luz de su inspiración y de su
ejemplo.
Cómo
podría olvidar sus estadías en
Huacachina, en la década de los 60, las tertulias en el hermoso patio del Hotel
Mossone, con León de Vivero, Manuel Santana, José Oliva, Pedro Tipacti y el
disfrute de los baños en la laguna en que, pese a nuestras diferencia de
edades, las cruzábamos los dos “ida y vuelta”, nadando y conversando. Era
asombrosa su vitalidad y el cariño que sentía por Huacachina y por nuestra Ica.
FE,
UNIÓN, DISCIPLINA Y ACCIÓN, es nuestro lema.
FE…
Esta palabra, fue la que en nuestra juventud cobró sentido y esencia más allá
de cualquier ideología, porque la entendimos como el imperativo celeste de
creer en alguien y ese alguien fue Víctor Raúl. No era necesario exigir pruebas
circunstanciales para conocerlo puesto que su vida, estaba acreditada por toda
una existencia sin penumbras, una existencia sólida e incontrastable, una
existencia en estricta armonía entre su verbo y su praxis señorial que siempre,
sobre el encrespado mar de los tiempos, se mantuvo enhiesta hasta el final de
su vida terrenal en la que tuvimos el privilegio de disfrutarlo.
UNIÓN…
surgió esa palabra como una hiedra embrujada que hizo que nuestros corazones
adolescentes se busquen, se unan y, se
encuentren en una sinfonía sin tiempo que al atraernos como si fuese un canto
de sirenas, nos hizo hermanos y, nos hizo compañeros. Es por eso que, dábamos
la vida los unos por los otros, porque nos sabíamos puros y sinceros en el amor
que nuestro compañero Jefe, Maestro y Guía Víctor Raúl Haya de la Torre, supo
inculcarnos…, por el APRA, por el Pueblo y por el PERÚ.
DISCIPLINA…
Para nosotros, esta palabra era una voz de orden, una voz asociada a la
organización, el trabajo, el liderazgo y la estrategia para practicarla, cuando
apenas cursábamos la secundaria en los colegios de los distintos lugares de la
República. La consigna era: prepararse
sin desmayo, ser los mejores o vivir
siempre luchando por serlo. Con nuestro Víctor Raúl, aprendimos que la autoridad
aprista no se limita a la legalidad de los papeles que designan, sino que se
gana en el fragor de la legitimidad que nos dan los colegios, los sindicatos o
las instituciones donde trabajemos. Si nuestra vida no es así, ¡no somos ni
valemos nada en nuestra propia comunidad y, mucho menos podríamos serlo para
nuestro Partido, que necesita compañeros Capaces y Honestos, que sean
auténticos representantes populares.
ACCIÓN…
fue esta cuarta voz, la que como semilla sembró el Maestro en los fértiles surcos
de nuestras aurorales existencias. Aprendimos que el deber político se
complementa necesariamente con todos los demás deberes, que nos obligan a ser
ciudadanos correctos pero, entre todos los deberes, ninguno tendría validez sin
la responsabilidad en el cumplimiento del Deber Cultural, que viene a ser la
piedra angular para nuestra superación constante y en el Deber Económico que
nos impulsa a la toma de conciencia en el compromiso de sostener a nuestra
familia y a nuestra organización.
Frente
al fervor y la alegría de las celebraciones partidarias, en las que cada Comité
las ha realizado a su manera, quiero rendir mi modesto Homenaje al Maestro,
invitando a los viejos compañeros a la reflexión serena y a los jóvenes, a
consustanciarse con nuestra doctrina, así como a conocer y respetar nuestra Historia.
joethelwoldo@hotmail.com
José
Castro Silva - COL. 046
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