sábado, 22 de febrero de 2014

VÍCTOR RAÚL Y MIS RECUERDOS


Otro 22 de febrero “Día de la Fraternidad” en que, el pueblo Aprista y el Perú, se encuentran celebrando el cumpleaños de Víctor Raúl, el Líder Indoamericano, paradigma y ejemplo para los políticos de América y del mundo. Ni siquiera es necesario decir sus apellidos, decimos simplemente Víctor Raúl y ya sabemos de quien estamos hablando, tal como ocurre con los célebres e históricos personajes: Marco Antonio, Julio César, Numa Pompilio, etc.
Es seguro que, en todos los rincones de la Patria y tal vez, en otros países también, se estén realizando hoy día, ceremonias celebratorias en memoria de este Ilustre personaje y político indoamericano que nunca claudicó en sus ideales y vivió con la Dignidad con que viven los hombres honestos.
Tal vez, quedemos muy pocos de los que tuvimos la fortuna de conocer al Maestro; de escucharlo en forma directa y de ser sus amigos. De compartir con él, las noches de de aprendizaje y de tertulia y que se realizaban a diario en “La casa del pueblo” de Alfonso Ugarte en las famosas “Escuelas de Dirigentes”, en los recordados “Coloquios” o en las veladas que se realizaban los domingos durante casi todo el día en Villa Mercedes, donde percibíamos los almuerzos o cenas franciscanas que compartíamos ahí mismo, con el propio Jefe y con los compañeros que llegaban. Recuerdo a Carlos Roca, a Luis Negreiros, al panetón Solano, al negro Rodríguez, el c. Espíritu el c. Ibáñez y tantos otros. Estos domingos, culminaban siempre con el reparto de golosinas que, el propio Víctor Raúl  iba poniendo en nuestras manos para luego dar paso a la velada  literario musical en la que todos actuábamos de alguna manera y cantábamos. Como un niño nuestro Jefe, se deleitaba con las ocurrencias de cada uno y, cuando cantábamos todos; recuerdo su rostro dulce entonando sus canciones preferidas: “Zapato Roto” y “El Globo Rojo”.
Víctor Raúl disfrutaba mucho de la imitación que hacía de él, Carlitos Roca.
Recordarlo, debe ser parte de nuestro diario quehacer y de nuestra conducta, porque la huella de su pensamiento y su accionar siempre joven, orientó nuestras existencias y puso norte a las inquietudes propias de cada etapa de nuestras vidas, vidas que aprendimos a vivir bajo la luz de su inspiración y de su ejemplo.
Cómo podría olvidar sus estadías  en Huacachina, en la década de los 60, las tertulias en el hermoso patio del Hotel Mossone, con León de Vivero, Manuel Santana, José Oliva, Pedro Tipacti y el disfrute de los baños en la laguna en que, pese a nuestras diferencia de edades, las cruzábamos los dos “ida y vuelta”, nadando y conversando. Era asombrosa su vitalidad y el cariño que sentía por Huacachina y por nuestra Ica.
FE, UNIÓN, DISCIPLINA Y ACCIÓN, es nuestro lema.
FE… Esta palabra, fue la que en nuestra juventud cobró sentido y esencia más allá de cualquier ideología, porque la entendimos como el imperativo celeste de creer en alguien y ese alguien fue Víctor Raúl. No era necesario exigir pruebas circunstanciales para conocerlo puesto que su vida, estaba acreditada por toda una existencia sin penumbras, una existencia sólida e incontrastable, una existencia en estricta armonía entre su verbo y su praxis señorial que siempre, sobre el encrespado mar de los tiempos, se mantuvo enhiesta hasta el final de su vida terrenal en la que tuvimos el privilegio de  disfrutarlo.
UNIÓN… surgió esa palabra como una hiedra embrujada que hizo que nuestros corazones adolescentes se busquen, se unan y,  se encuentren en una sinfonía sin tiempo que al atraernos como si fuese un canto de sirenas, nos hizo hermanos y, nos hizo compañeros. Es por eso que, dábamos la vida los unos por los otros, porque nos sabíamos puros y sinceros en el amor que nuestro compañero Jefe, Maestro y Guía Víctor Raúl Haya de la Torre, supo inculcarnos…, por el APRA, por el Pueblo y por el PERÚ.
DISCIPLINA… Para nosotros, esta palabra era una voz de orden, una voz asociada a la organización, el trabajo, el liderazgo y la estrategia para practicarla, cuando apenas cursábamos la secundaria en los colegios de los distintos lugares de la República.  La consigna era: prepararse sin desmayo,  ser los mejores o vivir siempre luchando por serlo. Con nuestro Víctor Raúl, aprendimos que la autoridad aprista no se limita a la legalidad de los papeles que designan, sino que se gana en el fragor de la legitimidad que nos dan los colegios, los sindicatos o las instituciones donde trabajemos. Si nuestra vida no es así, ¡no somos ni valemos nada en nuestra propia comunidad y, mucho menos podríamos serlo para nuestro Partido, que necesita compañeros Capaces y Honestos, que sean auténticos representantes populares.
ACCIÓN… fue esta cuarta voz, la que como semilla sembró el Maestro en los fértiles surcos de nuestras aurorales existencias. Aprendimos que el deber político se complementa necesariamente con todos los demás deberes, que nos obligan a ser ciudadanos correctos pero, entre todos los deberes, ninguno tendría validez sin la responsabilidad en el cumplimiento del Deber Cultural, que viene a ser la piedra angular para nuestra superación constante y en el Deber Económico que nos impulsa a la toma de conciencia en el compromiso de sostener a nuestra familia y a nuestra organización.
Frente al fervor y la alegría de las celebraciones partidarias, en las que cada Comité las ha realizado a su manera, quiero rendir mi modesto Homenaje al Maestro, invitando a los viejos compañeros a la reflexión serena y a los jóvenes, a consustanciarse con nuestra doctrina, así como a conocer y  respetar nuestra Historia.
joethelwoldo@hotmail.com
José Castro Silva - COL. 046


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