Recorriendo
las viejas callejas señoriales
de mi Chincha
querida, generosa y cordial,
un senil
proletario de canas patriarcales
anuncia sus
quehaceres como cualquier mortal.
Se afilan los
cuchillos, se afilan las tijeras,
se afilan los
machetes pregona por doquier,
presurosas se
acercan las amables caseras
y el chino de
la esquina no deja de correr.
Con su raro
instrumento provisto de una rueda
camina
apresurado hacia el lar que le queda,
sin mostrar
su cansancio por el fuerte calor.
Porque es muy
laborioso el humilde artesano
que solo
busca el fruto de su trabajo sano,
y así pasa su
vida el pobre afilador.
Juan Manuel
Medina Cañas
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