Practicante insobornable
del perfil bajo, austero y modestísimo en su estilo de vida, discreto y cauto
por naturaleza propia y aficionado perseverante a la actividad deportiva,
así fue Guillermo Ríos Erquicia,
conocido por todas las generaciones chinchanas como ¨Quito Ríos¨.
Dentro de los deportes
más difundidos, fue el box el que atrajo
más sus preferencias. Comentaba siempre que había visto su primera pelea en el
antiguo Teatro Municipal de Chincha, aquella en la que Indalecio Oré, un moreno
que oficiaba de chofer del hacendado
Carlos Carrillo Peña, mandó al hospital a un aventurero español con un poderoso
jabb al plexo y de allí al cementerio, causando un imparable revuelo en la
población. Quito no había cumplido los 10 años
de edad.
En su vida juvenil jugó
al futbol en casi todos los equipos que
se organizaban en Chincha. Nunca negaba su participación a los dirigentes que
conversaban con él para que reforzara su alineamiento en cualquier tarde
futbolera. Su ubicación fue siempre en la línea de ¨backs¨, la defensa, y
poseía un fortísimo ¨shot¨ con el que despejaba cualquier amago de peligro en
el arco que defendía.
En sus años juveniles
practicó también el basket-ball y el
atletismo y, según manifiesta Jorge Donayre Belaunde (el Cumpa) en uno de sus
libros , no le fue ajena la lucha libre que lo condujo a tomar parte una
sola tarde en la vieja carpa del Manco
Capac , en Lima, en la década del 30. Su predisposición a la amistad con la
gente modesta lo llevó a enrolarse en las filas del club Alianza Lima y allí formó parte de su reserva, sin embargo,
es poco conocido que los directivos de esa época le dieron la oportunidad de
jugar algunas tardes en la ¨primera¨ y por eso pudo alternar en el campo con
Alejandro Villanueva, José María Lavalle, Adelfo Magallanes y algunos otros
miembros de la mitología blanquiazul.
Estimulaba y ayudaba a
los jóvenes que veía con singulares condiciones para la práctica boxística; por
ello dirigió desde su modesta posición de aficionado los primeros pasos de
Mauro Mina tocándole después ser árbitro de todas las peleas de fondo que
protagonizó triunfalmente el vigoroso deportista chinchano hasta la noche de su
despedida en los primeros años del 50.
Creyente y cristiano
fervoroso era inclinado a la caridad pero con la más absoluta reserva; buscaba siempre a los humildes y desposeídos
para alcanzarles algún apoyo. Logró constituir
varios cuadros de futbolistas
infantiles, siendo el Deportivo Municipal el que destacó más en el ambiente
provinciano. Hoy muchos de los niños futbolistas de esos tiempos ya
son abuelos y otros llegaron a convertirse en verdaderas figuras de los equipos
limeños y aún de la selección nacional.
Al morir, el primer día
de septiembre del año 2000, se había convertido en el vecino más antiguo de la calle Grau, pues con su familia llegaron a vivir a esa
calle en el año 1920.
Fue de buen corazón,
desinteresado y filántropo en la medida
en que sus posibilidades se lo permitían. Nunca causó daño a nadie. Este, 17 de
septiembre del 2013 habría cumplido 100 años de edad. Paz en su tumba.
José Pérez Ríos
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